Hacemos maquetas de trabajo sin parar, desde el principio hasta el final del proyecto. Su tamaño cada vez es mayor, pero tanto si avanzamos como si retrocedemos algunos pasos se trata de algo que repetimos una y otra vez a medida que nos acercamos al objeto real. Al principio del proceso construimos un montón de maquetas. Pero, una vez superada la fase inicial y conforme nos acercamos al proyecto de ejecución, hacemos una buena maqueta a una escala aproximada de 1/50 o 1/20, y en lugar de ir tanteando a base de repeticiones, como habíamos hecho hasta ese momento, utilizamos esa gran maqueta hasta el final, modificándola tanto como sea necesario. Al mismo tiempo, recurrimos a las pequeñas maquetas de la etapa inmediatamente anterior para contrastar el diseño general mientras construimos algunas maquetas de ciertos detalles, a una escala mayor. Lo que resulta difícil en relación con las maquetas de trabajo es cómo usarlas para pensar sobre la realidad en el nivel adecuado de abstracción. O, por decirlo de la manera opuesta: cuando se piensa en arquitectura, cuando se construye, en algún momento debe haber lugar para un proceso de abstracción. Creo que hacer maquetas puede ser útil para conseguirlo...[+]