La terminación en 2016 de media docena de obras importantes es el redoble de tambor que señala esta cuarta entrega monográfica. Significativos como son los proyectos culminados en Hong Kong, Nueva York, Milán o Beirut, ninguno tan icónico como los dos que abren el número, la Elbphilharmonie en Hamburgo y la ampliación de la Tate Modern en Londres, dos obras maestras que ingresan con naturalidad y aplomo en la historia de la arquitectura y en la percepción ciudadana. Se publican aquí también obras singulares ya adelantadas en proyecto en la anterior monografía —el museo de Miami, la sede del BBVA o el estadio de Burdeos—, y otras cuya proximidad geográfica y biográfica al estudio de Basilea las hace si cabe más relevantes, desde su propio archivo o el Musée Unterlinden hasta las últimas realizadas para Ricola o Vitra, además de proyectos como el estadio de Stamford Bridge o la Biblioteca Nacional de Israel, un itinerario de invención que se cierra con la propuesta para el Museo del Siglo xx.

Esta enumeración abreviada de excelencia es suficiente para justificar la publicación de una monografía apenas cuatro años después de la última dedicada al estudio, y para explicar también la circunstancia singular de que Herzog