Chillida-Leku es un museo al aire libre que recoge la obra de Eduardo Chillida (1924-2002). Se trata de unas campas del caserío Zabalaga, construido en 1594 en el municipio de Hernani —a escasos diez kilómetros de San Sebastián—, y que perteneció a la familia Churruca.
Chillida-Leku es un espacio abierto que presenta la obra del escultor vasco en un contexto del que parece haber surgido de una manera natural. Ofrece un marco a los elementos de lluvia, tierra, luz y aire que recogen la magia de las esculturas de este artista que comenzó siendo portero de fútbol. Chillida no restauró el viejo caserío de Zabalaga a la manera tradicional, interviniendo en sus parajes y habitaciones, cocinas o cuadras para rehabilitarlas; Chillida tiró abajo casi todas sus paredes, para mostrar el «verdadero espacio» esencial del caserío y convertirlo así en escultura. Chillida ha encontrado en el espacio interior del caserío la esencia de su escultura en busca de una arquitectura heterodoxa.
Zabalaga era una casona de tres plantas que acogió, como todos los caseríos vascos, a varias generaciones familiares junto las cuadras para los animales, los espacios para los instrumentos de labranza y el camarote para el almacenamiento de alimentos y forraje. Un enorme espacio de convivencia, de trabajo y de refugio para la vida y frente a las inclemencias del tiempo. Zabalaga se ha convertido no sólo en un espacio museístico para recoger obras de arte, sino en un espacio escultórico más de Chillida. El interior vacío del caserío es la primera maqueta de Tindaya, esa cantera de la isla canaria de Fuerteventura que el artista quiso convertir en escultura, como un lugar donde re-cogernos para ver y pensar el paisaje desde dentro: el vacío como espacio congregador, concepto fundamental de la escultura del siglo XX. Chillida ha desvelado aquí la respiración del caserío vasco (sus grandes pulmones) y su luz, su dimensión vital...