El mito del artista Richard Serra nace en su narración de cuando, con cuatro años, asistió a la botadura de un carguero en el astillero donde trabajaba su padre. Con su elocuencia breve y cortante, el escultor describiría múltiples veces ese momento en que el barco, liberado de los grilletes que lo ataban a la dársena, comenzaba a entrar en el agua, tambaleándose, liberando inmensas fuerzas pero sin descontrolarse. A esto se añade que durante los veranos universitarios ganó dinero trabajando en fundiciones navales, tanto en la época de la Universidad de California —donde estudió Literatura Inglesa entre 1957 y 1961— como en la de Yale —donde obtuvo un máster en Bellas Artes en 1965—. De estas experiencias nació su afición por el acero y su rechazo de materiales ‘falsos’ como el bronce o el aluminio: uno de los clásicos cuentos fundacionales a los que recurren los artistas, como sabemos desde el libro de Ernst Kris y Otto Kurz Legend, Myth, and Magic in the Image of the Artist (1979). A partir de entonces, cualquier fenómeno físico que Serra incorporara a su escultura ya estaba, en sus palabras, «almacenado como materia prima»...
Arquietctura Viva 65: Richard Serra en el Guggenheim de Gehry
El País: Muere Richard Serra, escultor del acero y del tiempo[+]