Históricamente, Burgos ha querido crecer respetando las márgenes de su río principal. Y lo ha hecho generosamente, posibilitando el desarrollo de diferentes tipos de paseos peatonales encadenados a lo largo de los casi diez kilómetros que recorren las riberas urbanas. En el Arlanzón conviven viejos paseos como El Espolón, conocido por sus históricos plátanos fundidos; parques tradicionales como el popular Paseo de la Isla, de manifiestas connotaciones románticas; y algunos más recientes, y también de mayor importancia en el tema que nos ocupa, como el atractivo paseo del Conde Vallellano, que se desarrolla sensiblemente enfrentado a la ciudad más antigua y que acapara para sí una de las vistas urbanas más hermosas de la catedral y del casco histórico...[+]