El centro de arte, proyectado por Mansilla y Tuñón en Cáceres, solo espera a que la pandemia permita abrir sus puertas para poder contemplar las 200 piezas seleccionadas para la puesta de largo.
En la primavera de 2008 Helga de Alvear pidió a Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, entonces profesores en Princeton, que se acercaran a Nueva York para ver una exposición en la galería Mary Boone. ¿La razón? La galerista y coleccionista alemana afincada en Madrid acababa de comprar una obra de un artista chino y quería que los arquitectos se asegurasen de que cabría en el museo que estaban proyectando para ella en Cáceres. El artista se llamaba Ai Weiwei y dos años más tarde saltaría a la fama llenando de pipas de girasol de cerámica la sala de turbinas de la Tate Modern. La obra se llama Luz descendente y mide cuatro metros de altura y siete de longitud. Es una gigantesca lámpara formada por 60.000 cristales rojos que ahora ocupa la sala de 7,5 metros de altura que Mansilla y Tuñón diseñaron expresamente para ella en este edificio de nueva planta levantado a unos pasos del barrio monumental de la ciudad extremeña...
El País: Un paseo con Helga de Alvear por su museo