Nadie discute que haya que seguir impulsando la revolución digital y sus avances, pero como hemos aprendido en Europa en los últimos años, debe hacerse regulándola y subordinándola a los propósitos éticos de un humanismo tecnológico.
¿Queremos convertirnos en una humanidad simulada? Metaverso nos expone a esta cuestión sin que sus artífices nos consulten nada. Claro que tampoco se lo preguntan la mayoría de las personas, las empresas y, lo que es peor, los gobiernos que acceden y empiezan a utilizar esta herramienta sin plantearse el inquietante trasfondo filosófico que late detrás de ella. Estamos dando pasos que pueden conducirnos a una simulación colectiva parecida a la que plasmaron cinematográficamente Lana y Lilly Wachowski en Matrix, y todo discurre sin debate ni polémicas. Tampoco en las redes sociales.
La razón está en que Metaverso visibiliza una atractiva oferta de servicios digitales que ofrece la posibilidad de imaginarnos de otra manera. No importa que, al hacerlo, demos un salto disruptivo que puede transformar a la especie humana en sombra y eco tecnológico de lo que ha sido hasta ahora. Ni que este salto conlleve tampoco, parafraseando a Michel Foucault, una biopolítica capaz de gobernar privadamente la vida humana a través de simularla dentro de una nube que controlarán las corporaciones tecnológicas que la gestionen...
El País: Biopolítica de metaverso