El estudio radicado en Barcelona y fundado en 2004 por Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga se ha convertido en uno de los más internacionales entre los jóvenes españoles. Así lo sugiere la reciente finalización del Museo Cantonal de Bellas Artes de Lausana, en Suiza, el de mayor tamaño de los tres proyectados en torno a una plaza situada en una antigua zona ferroviaria que hoy se ha convertido en el nuevo distrito cultural de la ciudad.
Se trata de un gran contenedor dispuesto a lo largo de las vías de ferrocarril, y que presenta dos fachadas largas de diferente condición: la primera es más hermética, está construida con ladrillo gris, absorbe una edificación preexistente y evoca el pasado industrial del enclave, en tanto que la segunda, mucho más permeable, se abre a la nueva plaza para presentarse como la puerta cívica al museo.
Este museo en Lausana es la quinta obra internacional que Barozzi Veiga han realizado en los últimos años, junto con el Auditorio para la Filarmónica de Szczecin en Polonia —Premio Mies van der Rohe 2015—, la ampliación del Museo Bündner de Chur (Suiza), la Escuela de Música en Brunico (Italia) y la Tanzhaus de Zúrich (Suiza), aún en desarrollo.