El lector de esta revista sabe, como lo sabe cualquier lector de publicaciones periodísticas, que la existencia de efemérides es un criterio fundamental a la hora de seleccionar las noticias. El lector fiel y agudo habrá advertido, además, que los contenidos de Arquitectura Viva y sus publicaciones hermanas se someten siempre al dictado del número, presentadas con patrones basados en la repetición armónica y las coincidencias de guarismos. Como recordaba Luis Fernández-Galiano en el último número de AV: «Multiplicamos las reglas arbitrarias para hallar la libertad del rigor y la disciplina, y ese paisaje exigente suministra a la vez ritmo musical y sedación analgésica.»

La necesidad de la efémeride y la enfermedad geométrica se alían, todavía con mayor motivo, en este número, que es el 200 de la revista, y que coincide con el 200 de AV Monografías y con las quinientas publicaciones que, contando con AV Proyectos y otras entregas, viene publicando esta editorial desde 1985. Ocurre asimismo que Arquitectura Viva cumplirá treinta años en 2018, de suerte que estas cifras merecen celebración, teniendo en cuenta las dificultades de la edición en general y la edición de arquitectura en particular. Con este propósito, Arquitectura Viva ha convertido su número 200 en un homenaje a los medios de difusión de la arquitectura, seleccionando un total de doscientos libros, revistas, exposiciones, películas y fotógrafos que hayan sido relevantes en el último medio siglo. Un homenaje que puede verse como un aliciente para seguir trabajando treinta años más.