A través del espejo

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2016


La obra de MVRDV nos traslada al otro lado del espejo. Como se sabe, buena parte de la arquitectura holandesa reciente es efervescentemente experimental: incansablemente inventiva e imaginativamente innovadora, nos gusta pensar que sus raíces se hallan en los paisajes fabricados de un país artificial que se ha creado a sí mismo como una tabula rasa abierta a cualquier experiencia, y como un laboratorio urbano disponible para cualquier ensayo social o material. Sin embargo, el trabajo del trío de Rotterdam desborda el pragmatismo propositivo para atravesar el vidrio azogado donde se refleja la vida cotidiana y aventurarse en un universo onírico que confunde realidad y relato, donde el sueño enmadeja figuras y fantasmas, y donde la fantasía fabrica ficciones verdaderas. En esa verosimilitud visionaria reside el atractivo de unos arquitectos que han pasado a través del espejo sin sucumbir al espejismo.

Ningún proyecto ilustra mejor ese ilusionismo inteligente que la Granja de Vidrio en Schijndel, un conjunto de restaurantes y tiendas alojados en un facsímil de arquitectura vernácula que se configura serigrafiando los muros de ladrillo, carpinterías blancas y cubiertas de teja de la construcción tradicional sobre la envolvente vítrea del volumen: una operación surreal y pop que introduce sin violencia un edificio nuevo en un casco histórico, y a la vez nos provoca con su prestidigitación hipnótica, eliminando fragmentos borrosos del revestimiento para permitir la visión del interior. El cristal se hace así transparente a la mirada, y ocasionalmente se abre al paso, permitiendo cruzar al otro lado del vidrio para ofrecer un marco a la Alicia que pregunta a su gatita: «How would you like to live in Looking-glass House, Kitty?» Como ella, los arquitectos de MVRDV atraviesan espejos para construir sueños.

Hace ya veinte años visité en Rotterdam el entonces joven estudio de Winy Maas, Jacob van Rijs y Nathalie de Vries —cuando aún no habían terminado las dos obras que les darían inmediata popularidad, la Villa VPRO en Hilversum y los apartamentos WoZoCo en Amsterdam—, y los tres me impresionaron tanto por su profusión imaginativa como por el talento práctico con el que conseguían hacer los sueños realidad, y que les permitiría, por ejemplo, materializar la ‘sección libre’ antes de que lo hiciera su mentor Rem Koolhaas. Han transcurrido dos décadas, el pequeño despacho es hoy una gran oficina, sus líderes han madurado sobre los escenarios como viejos rockeros, pero el empeño ambicioso en hacer posible lo imaginario sigue intacto, y Winy, Jacob y Nathalie continúan viajando a través del espejo para ofrecernos el relato de sus aventuras oníricas y el botín de sus hallazgos arquitectónicos. [+]


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