El culto a las viviendas de lujo ha alcanzado una nueva cima con la torre 432 Park Avenue que el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly ha inaugurado recientemente en Nueva York. El rascacielos, con 425 metros de altura y 96 plantas, se ha convertido en el edificio residencial más alto del hemisferio occidental del planeta. La obra ha sido promovida por CIM Group y Macklove Properties, y su tiempo de construcción no ha llegado a superar los cinco años.
Levantada en las inmediaciones de Central Park, la torre cuenta con 104 lujosos apartamentos de entre dos y seis dormitorios, cuyos precios oscilan entre los 7 y los 95 millones de dólares. Con una huella cuadrada en planta que apenas supera los 30 metros de lado, la esbelta y rectilínea estructura de hormigón se configura mediante una cuadrícula portante exterior que hace las veces de fachada, de tal forma que los interiores quedan liberados de cualquier elemento con función estructural. Determinadas plantas se mantienen abiertas con el objetivo de permitir el paso del viento a través del edificio, limitando así su impacto global sobre la estructura.
Entre las dotaciones del rascacielos se encuentran una sala de cine, una sala de billares, una piscina climatizada, un spa, un restaurante, un gimnasio e incluso una plaza arbolada. Todo es poco para la nueva oligarquía que domina el skyline de la ciudad, desde estas inmensas torres de inverosímiles proporciones auspiciadas por un nuevo impulso del negocio inmobiliario.