Wichita House


Fue en 1944 (la II Guerra Mundial estaba a punto de acabar y ya se pensaba en buscar alternativas a la hipertrofiada economía bélica) cuando Fuller vio el potencial que en el nuevo contexto podían tener las ideas que había investigado con ocasión de su Dymaxion House (1927). Y así, con los planos y las maquetas bajo el brazo, se dirigió a la fábrica Beech de aviones, en Wichita (Kansas), donde sus planteamientos fueron escuchados pese a las dudas que suscitaban entre los financieros el fracaso del modelo precedente. Sin embargo, el descenso abrupto en la producción de aviones terminó de convencerles, de modo que se encargó a Fuller un nuevo prototipo de una casa que eventualmente debería responder a la demanda de vivienda mediante la fabricación de entre cincuenta o sesenta mil unidades al año, con un precio de venta de 6.500 dólares de la época (aproximadamente unos 75.000 de hoy), lo que suponía, según los cálculos del propio Fuller, una razón de tan sólo cincuenta céntimos de dólar por libra (0,45 kilogramos) de casa construida. Ni que decir tiene que fue la primera vez que el coste de una casa se expresó en términos de peso.

La Wichita House se concibió como un todo formado por partes industrializadas que se montaban in situ. Su forma, además, había evolucionado desde la rígida planta hexagonal de la Dymaxion hasta el nuevo volumen semiesférico rematado con la chimenea solar troncocónica que inducía corrientes de ventilación natural. El nuevo prototipo renunció también a colgarse de un solo mástil central, distribuyendo ahora sus cargas entre este y una serie de ligeros apoyos sobre el suelo. Un núcleo de aseos completamente prefabricado, que se injertaba en el interior, completaba la dotación de servicios de la casa. Sin embargo, pese a las mejoras técnicas y espaciales del nuevo prototipo frente al precedente, la Beech Company finalmente decidió no fabricarla, convencida de que la potencial clientela no estaba aún preparada para asumir la singular estética maquinista propuesta por Fuller con su acostumbrada frescura.