Miquel Adriá

Más de dos millones de personas recorren cada año la Ruta del Peregrino. Procedentes de todo México, hombres y mujeres de todas las edades y condición, caminan los 117 kilómetros de la Sierra Occidental de Jalisco, desde el pueblo de Ameca hasta el Santuario de la Virgen del Rosario, en Talpa de Allende.

Este turismo religioso se daba antes casi espontáneamente, con pocos servicios y sin injerencias de los gobiernos locales, hasta que recientemente la Secretaría de Turismo del Estado de Jalisco decidió invertir en equipamientos para los peregrinos. Se encargó a los arquitectos Derek Dellekamp y Tatiana Bilbao un plan director para la incorporación estratégica de espacios de culto, esparcimiento y servicios a lo largo de toda la ruta. Se trata de un proyecto de arquitectura del paisaje construida a partir de una secuencia de hitos que ordenan y pautan —espacial y simbólicamente— el territorio, a la vez que mejoran las condiciones de la ruta. Las intervenciones de la Ruta del Peregrino —una capilla abierta, un santuario, tres miradores, dos albergues y diversos servicios— han sido proyectadas por autores dispares. Dellekamp y Bilbao invitaron a artistas, diseñadores y arquitectos, eligiendo una serie de puntos que pautan el recorrido tradicional de forma contundente, desde puntos elevados donde la gente suele detenerse a descansar, hasta lugares de recogimiento y ofrenda. Las condiciones de ejecución —mano de obra, presupuesto, tecnologías, materiales— eran muy básicas y se consideraron como un factor determinante. Participaron dos equipos de jóvenes arquitectos suizos de la ‘saga H&dM’ (Christ & Gantenbein y HHF), el artista chino Ai Weiwei, el arquitecto chileno Alejandro Aravena, y los mexicanos Omar Orlaineta (artista), Taller TOA (paisajistas), Emiliano Godoy (diseñador industrial), Luis Aldrete, Rozana Montiel, Derek Dellekamp y Tatiana Bilbao (arquitectos)...