El pabellón de las religiones cristianas, que reúne a las confesiones católica y protestante, ofrece un remanso contemplativo y de recogimiento en el contexto festivo y mundano de la Expo 2000 de Hannover. Estructuralmente simple y rigurosamente modulado, construido con muy pocos materiales —acero, vidrio, grava y agua— y preciso en sus detalles, resulta inconfundible en su apariencia y en la atmósfera que desprende; el único elemento decorativo es un gran árbol.

El claustro que rodea el pabellón, de 3, 60 metros de anchura y 7, 20 de altura, enmarca el conjunto y actúa simultáneamente como espacio expositivo. En su lado norte se sitúa un gran cubo —de 21 metros cuadrados y 18 metros de altura— con el techo soportado por nueve delgados pilares cruciformes rematados en aspa para formar otros tantos lucernarios. A este espacio de celebración y acogida revestido de alabastro, cuya solemnidad se ve enfatizada por la luz cenital y por su acentuada verticalidad, se accede directamente desde la plaza Expo y a través de varias conexiones con el claustro, que sirve asimismo de antesala a otros enclaves como ‘las estancias del silencio’, donde se ofrece al visitante distintas interpretaciones de temas relacionados con la fe.

Las paredes de estos recintos son de acero cortén, en tanto que las de la cripta situada bajo el claustro son de hormigón. En el claustro, la doble fachada de vidrio crea una secuencia de vitrinas expositivas que se han llenado con distintos elementos naturales y fabricados. Dependiendo de su contenido, el vidrio de estos expositores es más o menos translúcido o parcialmente transparente. Como la estructura o los espacios, la luz también se ha modulado cuidadosamente y es un elemento esencial para la creación de un clima de armonía solemne.

Campanario, cruz o poste de señalización, la torre de vidrio y acero de 25 metros de altura es otro de los elementos identificadores de este pabellón, que tras la clausura de la Expo se desmontará enteramente y volverá a erigirse como monasterio en Turingia…[+]