Este templo celebra el VIII centenario de la orden Trinitaria y se ha erigido en honor a su fundador, san Juan de Mata. Adscrito a un centro docente, responde a las directrices urbanas que articulan el barrio, un digno conjunto de viviendas obreras de los años cincuenta. Desde el ángulo sur, una torre-espadaña precede a la fachada meridional, un plano ciego de ladrillo sobre el que se proyecta en escorzo una retícula de cruces de hormigón. Esta alusión a la simbología trinitaria se enfatiza en el testero posterior; la presencia de dos prismas triangulares, adosados a los muros convergentes del ábside, genera una composición escultórica. La torre (con un mosaico medieval a sus pies que representa la visión del santo que dio origen a la institución, en 1198) da paso a una plaza que permite celebraciones al aire libre. La severa desnudez de los muros y el modo en que está trabajada su fábrica otorgan a la iglesia una imagen recia y masiva.

El atrio a doble altura aloja un volumen cilíndrico bajo el vuelo de cubierta; dos cancelas laterales conducen a los corredores que, coronados por un ventanal corrido, acogen los núcleos penitencial y bautismal. Desde ese punto, y bajo el coro, se deja entrever la nave, una caja blanca de 15 metros de altura que alberga la capilla del Sagrario. Dominando la nave se encuentra el baldaquino, un pilar pétreo que canaliza la luz hasta la urna de vidrio con el arca de las reliquias del santo. Este soporte se abre hasta la cubierta como una copa piramidal que no toca los muros y que parece levitar gracias al lucernario perimetral. El ábside, con un hueco bajo que contiene los elementos del culto, y otro alto y estrecho que completa la iluminación del altar, queda presidido por una cruz suspendida de la cubierta.

Tanto en sus formas como en su factura esta arquitectura trata de establecer un vínculo sólido con unas tradiciones seculares, rindiendo homenaje al soberbio pilar palmera de San Baudelio de Berlanga o a los ritmos conventuales de las Bernardas de Córdoba…[+]