El cliente de esta casa, pintor y restaurador de muebles, quería una vivienda de pequeñas dimensiones y una amplia sala para la exposición de sus muebles. Situado en una urbanización a las afueras de Púbol, en el Bajo Ampurdán, el escaso interés del entorno de casas que rodea el pequeño solar fue determinante en el proyecto. Con vistas sobre el daliniano castillo de Púbol, la casa busca apropiarse del lugar conformando un recinto exterior privado e íntimo, protegido de la tramontana.

El programa se separa en dos niveles con accesos separados —una escalera y una rampa conducen a la vivienda y a la sala de exposiciones de forma independiente— y se modifica la topografía, transformando la suave pendiente del solar en dos superficies a distinta altura. En la parte central se crea un patio exterior cerrado, excavando setenta centímetros por debajo de la cota de acceso y dejando la tierra sobrante en los bordes. Unos muros de contención de 2,20 metros de altura delimitan ese vacío rodeado por un jardín elevado y contenido en sus límites exteriores por otros muros. Situada en la cota inferior, la casa se apoya en el extremo norte, con la fachada sur abierta al patio por cuatro puertas correderas de vidrio. La distribución es muy sencilla: una única sala —estar, comedor y cocina—, una habitación doble y un baño, junto al que se horada otro pequeño patio que alberga las instalaciones. En el extremo este se construye un anexo bajo tierra. En los interiores se han utilizado pocos materiales: madera para los pavimentos, las escaleras y las puertas, y un mismo tratamiento para los techos y paramentos que homogeniza las superficies blancas.

En contraste con la vivienda, la sala de exposiciones aparece como un contenedor cerrado, situado en la cota superior e iluminado por un lucernario longitudinal. Dos huecos en las fachadas más cortas ventilan este espacio. La austeridad de los volúmenes se transmite a los materiales: remates de acero galvanizado, madera de iroko y acabado monocapa…[+]