C. Díaz Moreno y E. Gª Grinda
Una ligerísima película plástica verde tensada en el interior de una plantación de olivos, envuelve y oculta unas cajas blancas de bloque de hormigón. La Villa Barak se infiltra en un paisaje agrícola del sur de Francia, cercano a Montpellier, y aprovecha los resquicios de la normativa para formular, a través de la redescripción del territorio donde se inserta, un concepto de casa voluntariamente ajeno a la investigación sobre lo doméstico.
La casa, encargo de una familia deseosa de trasladar a la arquitectura de su residencia un cierto compromiso vital con la cultura y sus formas de vida, es la primera oportunidad que ha tenido R&Sie de convertir en realidad sus especulaciones, después de más de diez años de intensa actividad y también de presencia pública. Aunque este proyecto es (¡por fin!) la primera obra construida del estudio francés, no parece asumir la responsabilidad de recoger todos los anhelos de una trayectoria profesional. En absoluto es una amalgama de todo lo aprendido o una colección de hallazgos acumulados, sino que se trata de un trabajo en el que, con enorme capacidad transgresora, se efectúa una reformulación intencionada del paisaje y de sus principios físicos a la hora de construir un refugio estable para el director del FRAC (Centro de Arte Contemporáneo) de la región del Languedoc y su familia, enclavado en un entorno denso desde el punto de vista patrimonial y natural.
Por eso, esta pieza no tendría sentido como objeto aislado; pretende desaparecer, fundirse con el paisaje. No es posible leerla como algo superpuesto o ajeno a él. Se concibe como una modificación de los parámetros del contexto, como su manipulación intencionada. Para ello, la topografía existente —una fuerte pendiente atravesada transversalmente por un muro de piedra que obliga a construir en el centro de la parcela— se manipula geométricamente con la ayuda de procesos informáticos como el wrapping, para determinar la forma externa de la villa. No se trata tanto de una exaltación de la tecnología informática o de las posibilidades del software, sino más bien de la inducción artificial de una mutación basada en procesos de transformación de la realidad física. La imagen de la casa es una clara muestra de la falta de fe de sus autores en códigos estéticos, en lógicas tradicionales en formalizaciones escultóricas y subjetivas del espacio. Es más bien la aplicación de procesos de deformación de la realidad; mediante la generación de lo que llaman ‘escenarios’ de distorsión cartográfica, sustitución y mutación territorial, la casa reacciona activamente a través de su envoltura para construir una relectura del entorno en el que ya está incluida la nueva pieza.
Por eso es necesario hablar de territorio o mejor, inventarse un nuevo significado para dicho término. Esta nueva noción de territorio aludirá a temas no solamente físicos sino también normativos, de significado o materiales, y permite a R&Sie la identificación preliminar de los parámetros que caracterizan un escenario, para bucear y trabajar después en él con auténtico sentido estratégico y operativo. En la casa Barak, este proceso real se acaba materializando mediante la transformación casi imperceptible del paisaje a través de una arquitectura furtiva, que se instala en el lugar casi a escondidas. Pero la clandestinidad de esta villa reside no sólo en pasar desapercibida visualmente. Además de adoptar una configuración que replica la del terreno y el color verde de los alrededores, la casa utiliza una panoplia de sistemas que captan energía del entorno y su completa identificación con él la lleva finalmente a hacerse invisible también a la normativa, ya que se instala en los puntos no estrictamente definidos de ésta. Al ser descrita como una «máquina verde», en vez de recurrir a códigos miméticos o forzadamente respetuosos, se garantizó el permiso necesario para construir en el entorno, de quinientos metros, del castillo medieval de Sommières. La construcción masiva, arraigada y convencional del interior alberga siete habitaciones por lo demás completamente convencionales y puede crecer bajo este manto verde sin producir alteraciones en el exterior, de modo que también una posible ampliación de la casa sería invisible para las autoridades.
Superponer para reinterpretar
Su sistema técnico y energético es un conglomerado formado por materiales y productos de muy distintas procedencias. No pretenden formar un todo coherente desde su puesta en obra, coordinación dimensional o integración visual. Se superponen violentamente, ensamblándose en un conjunto sintético de nuevas calidades que deja atrás sus diferentes orígenes y cualidades individuales. Al mundo de los sistemas de telas agrícolas de protección contra la radiación solar utilizados en las explotaciones agrícolas intensivas, redescritos o redefinidos a través de la óptica de las instalaciones artísticas, se superponen las técnicas de construcción local, basadas en la utilización de muros de carga de bloques, que de nuevo se reinterpretan, protegiendo éstos con un acabado en aluminio gofrado que asegura el aislamiento y la estanqueidad de la fábrica. De esta manera, la técnica final, al igual que la forma o la manera de acomodarse en el paisaje, será también un modo de referirse a una nueva noción de territorio —en este caso técnico— y de reaccionar ante él. Lo agrícola, lo artístico y lo local se utilizan como ingredientes altamente específicos de esa nueva descripción del entorno.
La piel exterior, construida por Christian Hubert de Lisle, especialista en instalaciones artísticas, está constituida por un sistema de tubos de metal ajustables, que varían desde 30 centímetros a 3 metros de longitud, y por cables de fibra de carbono a los que se fijan los cuadrantes de tejido cada 30 centímetros aproximadamente, mediante clips de plástico. Su tensado se asegura mediante el desplazamiento de la cabeza de los tubos, que pueden variar su altura hasta en 15 centímetros. Junto a estas técnicas se ponen en práctica sistemas de creación artificial de atmósferas; la piel exterior es una tela de protección contra la radiación solar que arroja sombra sobre la vivienda y los espacios exteriores, regulando así la temperatura interior. A ello se añade un sistema de tubos enterrados en el jardín a un metro de profundidad con los que aclimatar el interior de la casa pasándolos bajo el suelo de las habitaciones.
En esta vivienda R&Sie renuncian voluntariamente a la investigación sobre la producción del espacio doméstico, a sobre cómo trabajar desde la organización o la indeterminación espacial de la casa; su tarea se centra exclusivamente en los mecanismos de relación con el entorno y, a través de ellos, en la redefinición de éste. La producción de espacio interior no interesa, o más bien se concibe como completamente convencional o como la materialización directa de las técnicas constructivas empleadas. Tan sólo la utilización de cortinas de cordones de plástico como muros flexibles que separan estancias o la aparición de una secuencia de pilares metálicos situados en el eje del espacio más público de la casa —que permite duplicar las dimensiones de una habitación convencional— aparecen como excepciones a esta calculada despreocupación.
Como en ‘[Un]plug Building’ —un concepto de «oficinas domésticas» para el barrio de La Défense en París— o en ‘Silverelief’ —un museo localizado en Bangkok que recolecta polvo mediante una envolvente de aluminio y un sistema electrostático que lo convierte en una nube de polución—, no hay apenas investigación tipológica sobre los espacios ni sobre las técnicas materiales que los generan; el interés se dirige hacia las reacciones con que el objeto responde a los estímulos del entorno, en los intercambios entre la alteración propuesta y el campo donde se instala y en cómo esas mismas reacciones son capaces de generar ambientes artificiales adecuados para las actividades humanas.
Esta casa es por tanto un ensamblaje de tecnologías y paisajes: soluciones tomadas del mundo de las instalaciones y de la agricultura se encuentran con la inmediatez del constructor local, o con los medios de intercambiar energía con el terreno o el aire. Se trata en suma de un conglomerado que produce ambientes artificiales generados a partir de ingredientes heterogéneos. Como otras propuestas de R&Sie, la residencia Barak ejemplifica un modo de trabajo que opera con lo hiperespecífico para devolverle a la realidad una imagen amplificada y ecualizada de sí misma: un nuevo territorio...[+]
Obra
Casa Barak en Sommières, Francia.
Cliente
Judith y Ami Barak.
Arquitectos
R&Sie, François Roche y Stephanie Lavaux.
Colaboradores
Olivier Legrand, Alexandre Boulin; Roland Durupt; Abaca (hormigón); Christian Hubert de Lisle (tejido plástico).
Fotos
R&Sie.