Esta villa de vacaciones se levanta en el sur de Francia, extendiéndose sobre una ladera orientada al sur y con vistas al mar. El paisaje inunda todas las habitaciones y se convierte en el objetivo primordial de la articulación de los volúmenes. Al disponer de un presupuesto elevado, se pudieron llevar a cabo costosas soluciones, como la impresionante cubierta de más de 12 metros de vuelo y 25 metros de ancho que prolonga el salón sobre el horizonte.

El esquema de la planta es bastante sencillo: un primer nivel que se asienta sobre una extensa plataforma en forma de U que acoge los espacios diurnos o de relación y un segundo nivel que contiene el programa nocturno, está compuesto por seis dormitorios y siete baños. Desde el garaje, bordeando una primera zona de servicio, se llega a la entrada principal, situada en el punto de contacto entre los dos niveles en la fachada posterior. Una vez en el interior, se abre una perspectiva que, entre la sala de billar y la de proyecciones, dirige la mirada hasta el mar a través del salón.

La amplia plataforma en la que se ubica también la piscina, constituye la base tectónica de todo el conjunto. En la parte correspondiente al salón, el paisaje queda encuadrado bajo la protección del gran voladizo, cuya osamenta metálica transmite los esfuerzos a un conjunto de contrapesos y tensores anclados al terreno en la parte trasera. Un sistema mecánico permite escamotear las carpinterías en el suelo, consiguiendo una apertura total y ampliando su superficie de 80 metros cuadrados hasta los 268 cobijados por el voladizo.

Una pastilla aloja los dormitorios, volando como un puente que se apoya sobre el volumen inferior en un extremo, y sobre el terreno en el opuesto, pasando por encima de la piscina y retranqueándose para ganar intimidad. Sus fachadas están compuestas de grandes paños de vidrio, a través de los cuales se introduce tanto el paisaje costero como el jardín, aunque el uso de cortinajes y paneles correderos permite distintos grados de permeabilidad... [+]