La historia de la Volkshaus arranca en el siglo XIV con una mansión medieval, la llamada Burgvogtei, sobre la que en 1845 se levantó una fábrica de cerveza y un restaurante, ampliados en 1874 con una sala de conciertos y una cervecería. En 1905 la ciudad se hizo con la propiedad, que se transformó en un centro de actividades políticas, sociales y culturales. Su popularidad fue tal que en 1919 se llevó a cabo un concurso para su ampliación, en el que el arquitecto Henri Bauer resultó vencedor. Finalizada en 1925, la nueva Volkshaus incorporaba a la sala de conciertos nuevos espacios de reunión, oficinas, una sala de conferencias, una biblioteca, un restaurante y un hotel. A punto de ser demolido en los 1970, el edificio experimentó en esos años una reforma completa que no dejó apenas nada del carácter original.

Realizada en etapas sucesivas, esta nueva reforma de la Volkshaus busca revitalizar la diversidad de programas que siempre la caracterizó, recuperando en lo posible el espíritu original del edificio. Para ello, la primera intervención ha consistido en retirar todos los añadidos de los 1970. Allí donde fue posible, se recuperó la configuración original de 1925, bien documentada en planos y fotografías antiguas; cuando esto resulto impracticable o muy costoso, se trabajó con el estado existente.

El siguiente paso fue la incorporación de las instalaciones, integradas con tan sólo pequeñas modificaciones en la arquitectura existente. En la brasserie, en concreto, se eliminó el falso techo añadido y se dobló el número de vigas para albergar los conductos de ventilación, reforzando así la imagen original del espacio. Los tabiques desaparecidos se sustituyeron por asientos con respaldos altos, mientras que las antiguas arañas resuenan en las nuevas lámparas colgantes de leds con gruesos globos de vidrio soplado. Las sillas, por su parte, son una recreación del modelo original, si bien sus respaldos se han individualizado con ayuda de programas informáticos. También se han reforzado elementos originales singulares, como la ventana oval sobre la entrada, evocada en el hueco sobre el corredor que lleva al patio interior, en la puerta entre el bar y la brasserie, en un hueco sobre la escalera histórica, y en los espejos de los baños. Estos últimos se han empapelado con motivos extraídos de grabados del siglo XVII. En el patio, unos bancos circulares de madera en torno a los árboles ofrecen un nuevo lugar de descanso a los visitantes. En este sentido, se ha tenido especial cuidado en emplear materiales de calidad como el zinc, la madera o el cuero, que adquieren una pátina con los años.