La orilla oeste del lago Garda, donde estas dos casas se sitúan, se caracteriza por un clima templado y un paisaje rico en cultivos. El proyecto se inserta cuidadosamente en el terreno de olivos y cipreses, y se subdivide en pabellones de una o dos plantas que se relacionan entre sí aprovechando la inclinada topografía. La tipología de las viviendas se inspira en la construcción tradicional de las limonaias (invernaderos para el cultivo de limones), estructuras en forma de pérgolas muy características de esta ribera hasta finales del siglo XIX. Con esta referencia, cada volumen se asienta sobre un plinto de mampostería de piedra natural local, y se compone de tres muros sólidos exteriores del mismo material y un cuarto que se abre hacia el valle y mira al paisaje Mediterráneo a través de una serie de ventanas que ocupan toda la altura libre entre forjados. Protegiendo este alzado, unas pérgolas con pilares esbeltos se sitúan frente a cada volumen imitando el ritmo de los olivares del entorno y protegiendo la vivienda del sol, a la vez que prolongan los espacios interiores hacia unos exteriores cubiertos