En el número 47 de la madrileña calle Fortuny se sitúa el Greta Salad Bar. En una superficie construida de 80 metros cuadrados, la intervención busca transmitir la identidad de marca, vinculada a valores saludables, mediante la estrategia de diseño que inunda los espacios de color verde. La combinación de diferentes tonos verdosos se emplea en los diferentes materiales, unificando el conjunto.

Sin caer en el recurso de la compartimentación, se juega con la altura del local y se dibujan tres estancias en un proyecto longitudinal. Una gran barra revestida de cerámica funciona como elemento de bienvenida que combina la exposición y la preparación del producto. Seguidamente, se levanta un anfiteatro que sirve de graderío para los comensales, y resuelve el desnivel por medio de una escalera integrada. Por último, en la zona más elevada se coloca el comedor, una sala rodeada de bancadas y vegetación.