Plaza de Desierto, Baracaldo
NO.MAD 

Plaza de Desierto, Baracaldo

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El perfil de chimeneas y altos hornos, refinerías, siderurgias y astilleros que flanqueaba la ría de Bilbao ha ido dando paso a un paisaje limpio y salpicado de hitos arquitectónicos, que informa de la modernización de la región. El afán por disfrutar de una nueva imagen urbana que comenzó por desplegar la capital vizcaína —desde el metro de Foster, al aeropuerto de Calatrava en Sondica, pasando por el Palacio Euskalduna, de Soriano y Palacios— alcanzó con el Guggenheim una proyección mediática que ha acabado por tentar a otras poblaciones vecinas, deseosas de transformar su encuentro con la ría en un escaparate del vigor municipal. 

La plaza se propone como el corazón de un barrio residencial edificado sobre terrenos en otro tiempo dedicados a la industria, y ese pasado fabril se recupera a través de los materiales elegidos en el pavimento.

En la localidad de Baracaldo, un solar extenso junto a la desembocadura del río Galindo era hasta ahora un mapa cruzado por raíles, carreteras y restos de construcciones que formaban una barrera infranqueable entre el centro y el agua. Sobre este territorio degradado, un nuevo barrio residencial avanza hacia la orilla, gravitando sobre una plaza peatonal que recrea el pasado industrial.

Para no someter el proyecto de este espacio público a composiciones preconcebidas, en un primer momento los usos se distribuyeron de forma homogénea sobre las parcelas rectangulares en las que se había dividido el solar. Tras considerar otros factores como el soleamiento, la accesibilidad, las corrientes de aire, las vistas y otros condicionantes perimetrales, el programa se redistribuye sobre esta matriz homogénea, siguiendo principios que a la vez responden al orden y al azar. Sobre esta primera actuación en el plano, se propone una topografía artificial desde la que apropiarse del paisaje de los alrededores, convirtiendo la plaza en un plano ondulado cuya superficie se alabea en un relieve de promontorios suaves. Los sucesivos pliegues ofrecen así concavidades que favorecen el juego y el paseo, el intercambio y la reunión, lugares de estancia y contemplación señalados puntualmente por estructuras metálicas.

El paisaje de traviesas, vías y carbón propios de la industria que en otro tiempo ocupó el enclave se evoca en este nuevo episodio urbano a través de los materiales, que cuentan con sus colores y texturas las historias del lugar. El agua y la piedra, el asfalto y la arena, el césped y el arbolado, el acero y la madera cubren ahora la plaza en un tapiz de parches que interaccionan entre sí dando lugar a todo un repertorio de ámbitos diversos. Pequeños y grandes, íntimos o colectivos, los espacios resultantes asumen con flexibilidad las funciones que cada usuario les asigne, tiñéndose como una piel de camaleón de todo lo que acontece a su alrededor.

Tras la distribución en dos dimensiones de los materiales sobre un terreno sin accidentes, el suelo de la plaza se pliega suavemente para proporcionar al recinto su característico perfil montañoso.



Cliente Client

Bilbao Ría 2000

Arquitecto Architect

Eduardo Arroyo

Colaboradores Collaborators

Sergio Piñeiro, John Garcés, Nerea Calvillo; José Luis Villanueva, Javier Inclán (aparejadores quantity surveyors)

Consultores Consultants

Fernando Subinas (estructura structure); Teresa Galí (paisajismo landscape)

Contratista Contractor

Necso; Carandini (iluminación lighting)

Fotos Photos

Geraldine Bruneel