Bilbao ría 2000 ha cumplido su décimo aniversario. Creada con participación de las administraciones estatal, autónoma y local para recuperar con otros usos los enclaves de la capital vizcaína y Baracaldo obsoletos tras la reconversión industrial, esta sociedad ha abordado proyectos de rehabilitación y construcción de infraestructuras urbanas. A este último capítulo pertenece la pasarela Pedro Arrupe de Abandoibarra, integrada en un conjunto de proyectos que, junto con el Museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna, otorgan un nuevo protagonismo a la ribera del Nervión.

El proyecto debía cumplir dos objetivos: no pasar desapercibido en un paisaje con presencias tan determinantes como la del Museo Guggenheim, y resolver eficazmente trayectos peatonales situados a distintas cotas.

Según el planteamiento del concurso —convocado en 1995—, la pasarela debía procurar tanto las conexiones entre los paseos de ribera, en la cota inferior, como entre la Universidad de Deusto y la plaza de Abandoibarra, en la superior. La búsqueda de un elemento continuo que resolviera las tensiones del lugar —con la fuerte impronta arquitectóica del museo y el palacio— y las circulaciones a diferentes alturas desembocó en una solución de salto único con seis apoyos a diferente altura, conformada por una lámina estructural de espesor constante y con dos pieles diferentes, una de acero inoxidable y otra madera, que se quiebra en un juego papirofléxico para formar los petos y las rampas.

Sometida a inflexiones papirofléxicas, una lámina de acero resuelve los distintos recorridos en un solo gesto y da lugar a una pieza zoomórfica cuyo revestimiento exterior inoxidable la hace refulgir sobre las aguas de la ría.

La piel metálica exterior se compone de una sucesión de prefabricados de chapa de acero de 20 milímetros de espesor que, soldados entre sí, asumen la función portante de la pasarela. La junta de soldadura se oculta bajo un resalte de acero para provocar el efecto de piel continua. El interior del paso, que supera los seis metros en su parte más ancha, se cubre de madera de lapacho en finos listones, confiriéndole un aspecto cálido que contrasta con la frialdad de la envolvente exterior de acero. Suturando el encuentro entre ambas pieles, una pieza de madera actúa como albardilla para los petos laterales de cada tramo de pasarela, así como de pasamanos y apoyo. Como esqueleto de este doble caparazón se ha dispuesto un sistema de costillas metálicas perforadas que distribuyen las cargas, dejando que las instalaciones discurran sin interrupción entre sus alveolos hexagonales.

Elevada sobre rampas y escalinatas de piedra, la pieza metálica plegada semeja una libélula posada sobre el espejo oscuro de las aguas. Una escultura de Eduardo Chillida, realizada en acero cortén y que lleva por título Begirari IV (El vigía), ofrece el contrapunto vertical a la pasarela en su llegada a la plataforma de Abandoibarra. Ni el ingeniero Fernández Ordóñez ni el artista vasco, amigos y colaboradores asiduos, pudieron ver concluidas las obras.

En contraste con la frialdad de la piel exterior, el interior de la pasarela, que supera los seis metros en su tramo más ancho, se reviste con madera de lapacho para conferirle la cualidad cálida de un espacio de estancia.



Cliente Client
Bilbao Ría 2000

Ingenieros Engineers
José Antonio Fernández Ordóñez, Francisco Millanes, Javier Pascual, Tomás Ripa

Arquitecto Architect
Lorenzo Fernández-Ordóñez 

Consultores Consultants 
IDEAM

Contratista Contractor 
Ferrovial-URSA

Fotos Photos
Javier Azurmendi; Agustín Sagasti