La estación de Ametzola forma parte del nuevo trazado ferroviario bilbaíno que ha hecho posible sustituir las líneas de superficie en el área industrial de Abandoibarra, despejada de su antiguo uso para ubicar el Museo Guggenheim y el Palacio Euskalduna. En 1995 se convocó un concurso para la construcción del acceso común a las estaciones subterráneas de la línea de cercanías y del trayecto del ferrocarril de vía estrecha entre Bilbao y Santander, cuyas infraestructuras generales se encontraban en fase de construcción. La propuesta ganadora se inserta en un entorno disperso sometido a operaciones simultáneas de regeneración. Proyectos residenciales destinados a ordenar mínimamente la trama urbana, un parque de nueva creación y el replanteo del trazado viario en superficie forman el marco difuso de una actuación dictada desde el subsuelo de la ciudad, que se enfrenta a un cruce de calles que nunca será una plaza.

La cubierta alabeada de la nueva estación intermodal resume en un gesto el movimiento de los peatones que descienden a los andenes del ferrocarril de vía estrecha y a la línea de cercanías. Su vértice superior señala la entrada.

Con un gesto formal, el proyecto resume su función convirtiéndose en el reclamo en superficie de la actividad bajo rasante. La cubierta de la estación representa así un trozo del plano del suelo que se levanta por una esquina para permitir que el flujo peatonal descienda a los andenes. Los dos muros de hormigón armado existentes, que delimitan la nueva trinchera de vías, imponen una geometría trapezoidal en planta que condiciona la solución estructural de cubrición. El paraboloide hiperbólico, figura que aúna las cualidades expresivas de la doble curvatura con la sencillez de materialización mediante elementos lineales, propia de toda superficie reglada, se constituye en el elemento conciliador de las exigencias compositivas, estructurales y constructivas planteadas. Una retícula de cerchas dibuja la doble familia de directrices que forman sendas caras alabeadas, al exterior como cubierta y al interior como techo del vestíbulo.

El paraboloide hiperbólico de la cubierta aúna las cualidades expresivas de la doble curvatura con la sencillez de ejecución mediante elementos lineales. Sobre paños de vidrio, esta lámina parece flotar.

El efecto de ingravidez de esta lámina flotante se refuerza con la disposición de planos inclinados de vidrio como único cierre de las tres fachadas principales. El paño que discurre a lo largo de la calle apuesta sin embargo por la solidez. Revestido de piedra de Marquina, encierra las taquillas, las máquinas expendedoras de billetes y el quiosco de prensa. El mármol negro aplaca este volumen también en el interior, donde adquiere connotaciones de fondo de escenario. Esta reducida expresión material extiende al intercambiador el lenguaje de alta tecnología de la red de metro de Bilbao, con la que el nuevo trazado ferroviario se cruza en varias ocasiones, y hace reconocible el edificio como parte integrante del sistema de transportes metropolitano.


Cliente Client
Bilbao Ría 2000

Arquitectos Architects
IMB: Gloria Iriarte, Eduardo Múgica, Agustín de la Brena

Colaboradores Collaborators
José Miguel Arrate, Carlos Gálvez (aparejadores quantity surveyors) 

Consultores Consultants
Ricardo Aroca (estructura structure) 

Contratistas Contractors
Caldenor (estructura structure), Umaran (cubierta roof), Bellapart (vidrio glazing), Olábarri (obra civil civil engineering) 

Fotos Photos
César San Millán