Palacio de Congresos y Auditorio, Badajoz
Selgascano 

Palacio de Congresos y Auditorio, Badajoz

Selgascano 


El bastión pentagonal de San Roque, parte de la antigua muralla de la ciudad del siglo xvii sobre la que se incrustó la plaza de toros en 1859, a su vez levantada sobre las cenizas de un antiguo coso de madera, es el lugar elegido para la construcción del nuevo palacio de congresos de Badajoz. 

El nuevo edificio se asienta sobre la antigua plaza de toros de la ciudad, circular e inserta en un bastión pentagonal de la muralla Vauban del siglo xvii. La propuesta  se centra en preservar este poderoso vacío.

El singular emplazamiento impulsa la búsqueda de una intervención audaz que asuma esta herencia y no sólo la conserve, sino que pase a formar parte de su identidad. La respuesta a tan altas pretensiones se halla en palabras de Giacomo Leopardi: «El último grado del saber consiste en reconocer que todo lo que buscábamos estaba siempre delante de nuestros ojos». De este modo, la aparente dificultad inicial deriva en la obviedad de reconocer que lo que se buscaba ya existía.

El cilindro del auditorio se viste con luz para desaparecer proyectado sobre los anillos exteriores de poliéster que marcan un incierto límite al ilusorio vacío. La marquesina señala la única apertura del edificio a la calle.

Se decide preservar el carácter de este lugar adquirido en el siglo xix, cuando se vació un círculo en el masivo baluarte pentagonal distorsionando su concepto defensivo. Con el deseo de mantener esta huella se colmata el resto del ámbito de la actuación, distribuyendo de forma radial, bajo tierra, el mayor número posible de elementos del programa. La problemática se traslada entonces a la colocación de una gran sala de congresos en el espacio libre central y que éste continúe percibiéndose vacío. Para ello se utiliza un ingenioso artificio que consiste en llevar la zona de espectadores al antiguo albero, trasladando el espacio central al lugar de las gradas. La operación se completa rodeando la nueva sala con una envolvente cilíndrica que sobresale cinco plantas por encima de la cota del terreno, la cual, realizada con metacrilato translúcido, consigue desmaterializar el edificio convirtiéndolo en un cuerpo luminoso. Éste a su vez se rodea con otro cilindro exterior formado por anillos de poliéster y fibra de vidrio que participan en el juego marcando un límite incierto al ilusorio vacío.  

Con el propósito de dejar el volumen intacto, a una distancia prudente se eleva una marquesina curva sobre unas escaleras que señalan la única apertura del edificio al exterior. Éstas conducen al vestíbulo de acceso, enterrado e iluminado por lucernarios, desde el que parten los diferentes recorridos. 

El interior de la sala principal se reviste con paneles de policarbonato partiendo del mismo concepto de paredes luminosas utilizado en el exterior. El techo está formado por lamas de madera y también de policarbonato conformando un patrón rayado que, a modo de cañizo, deja pasar la luz natural introducida a través de un gran óculo central situado en la cubierta. El suelo se tiñe del mismo color oscuro que baña la plaza y el patio exterior.



Cliente Client

Junta de Extremadura

Arquitectos Architects

José Selgas, Lucía Cano 

Colaboradores Collaborators

Lara Resco, José de Villar, Talia Dombriz, Paula Rosales, Blas Antón, Cesar García Guerra, Ángel Azagra, Miguel San Millán, Manuel Cifuentes, Carlos Chacón, Brigitte Hollega, Mara Sánchez, Juan Bueno, Fabián Fernández de Alarcón 

Consultores Consultants

José Romo/Fhecor (estructuras structures); Juan Sobrino/Pedelta (poliéster polyester); JG (instalaciones mechanical engineering); Higini Arau (acústica acoustics); Mónica Förster (diseño butacas chair design)

Contratista Contractor

Joca-Placonsa

Fotos Photos

Roland Halbe