Pabellón de Suiza en Hannover, Alemania
Peter Zumthor 

Pabellón de Suiza en Hannover, Alemania

Peter Zumthor 


Suiza propone en la Expo de Hannover una experiencia sensorial con ingredientes de arquitectura, música, literatura, gastronomía o moda, concebida como un evento multimedia en tiempo real que cambia según las circunstancias de cada momento: la época del año, las condiciones climáticas o el flujo de visitantes. Esta experiencia global tiene lugar en la llamada ‘caja musical’, una estructura laberíntica abierta por todos sus lados cuya permeabilidad quiere simbolizarla ósmosis entre el país helvético —dos de cuyos siete millones de habitantes visitan anualmente Alemania— y sus vecinos. La combinación espacial de pasillos, patios y salas interiores intercomunicadas forma una estructura arquitectónica casi absolutamente permeable, al viento, los rayos de sol e incluso, en ciertas zonas, la lluvia. 

La retícula está formada por piezas rectangulares colocadas alternativamente de manera longitudinal y transversal. Los muros paralelos, muy próximos entre sí, están formados por apilamientos de vigas de madera de idéntica forma y tamaño. Cada bloque consigue la cohesión atando las piezas entre sí con barras de amarre y sirgas de acero, y sujetándolas firmemente al suelo de asfalto. Capa sobre capa, torres de madera suiza, fresca, recién cortada, de pino las longitudinales y de alerce las transversales, componen una masa biológica de 3.000 metros cúbicos secándose al aire. Mientras los muros longitudinales están formados por capas horizontales, otros grupos de vigas, dispuestas en estratos verticales se entrelazan a la altura de la cubierta, conectando los muros paralelos y rigidizando el conjunto. Toda la estructura funciona solidariamente, sólo a compresión y por el rozamiento que causa la capa superior de vigas en los puntos de apoyo, utilizando un método constructivo acorde con el lema de la convocatoria y el carácter temporal del edificio: no hay en todo el pabellón ni un tornillo, ni un clavo, ni una gota sustancia adhesiva; como en una serrería, las vigas de madera seguirán intactas cuando el edificio se desmonte y podrán utilizarse en otro lugar.

El conjunto de las actividades que se han previsto tienen un punto común, la música, que enhebra el resto de las ofertas culturales. Como si de una caja de música se tratara, ininterrumpidamente y durante todo el tiempo que permanezca abierta la exposición, una melodía resuena en el interior de este dédalo perfumado con el aroma de la madera. Una banda de acordeones y dulcémeles aderezada con solistas, músicos de improvisación —especialmente de viento—, y cantantes se turnan para deleitar a los visitantes y hacer vibrar todo el edificio, convirtiendo el propio pabellón en un gigantesco instrumento.

Paisaje de palabras
Otro de los deleites que aguardan al visitante es una instalación artística. Del techo de los pasillos en penumbra cuelgan hileras de proyectores cuya luz, muy concentrada y de gran intensidad, atraviesa unas diminutas plantillas alfabéticas. De manera casi imperceptible la luz llega a los muros, resaltando la textura de la madera. Las letras se combinan formando palabras, frases y párrafos, donde se pueden leer citas literarias, fragmentos de poemas y canciones folklóricas o simples datos estadísticos, en una de las cuatro lenguas oficiales del país o en uno de sus numerosos dialectos, y de una u otra forma relacionados con el país alpino y sus habitantes. La composición de los mensajes depende de la cambiante configuración del pabellón: a veces pequeña e íntima, a veces agrandada, a modo de anuncios que se cuelgan al fondo de la sala. Volúmenes de luz impresa conforman el camino, vocablos sueltos invitan al observador a extraviarse en un collage multilingüe. El paisaje de palabras flotantes transforma la caja musical en un espacio literario de asociaciones.

Y en el tramo final del recorrido se ofrece una gastronomía selecta, con productos poco habituales y de temporada, junto a pequeños objetos asociados a la vida cotidiana, algunos procedentes de lugares recónditos de las montañas suizas. Recinto de música y de palabras, este pabellón es también una caja de esencias…[+]


Obra
Pabellón de Suiza. 

Cliente
Coordinating Commission for the Presence of Switzerland Abroad. 

Arquitecto
Peter Zumthor. 

Contratista 
Nussli Special Events. 

Fotos
Christian Richters.