En el más septentrional de los pabellones temáticos, también llamados ‘cajas negras’, se alojan exposiciones dedicadas a la movilidad, al futuro del trabajo y al tríptico conocimiento-información-comunicación. Al abordar la representación de los dos primeros temas se ha intentado ir más allá de unos conceptos a primera vista obvios, y poner de manifiesto aquellas contradicciones que pueden incitar la reflexión de los visitantes.

La movilidad como transporte mecánico ha sufrido una extraordinaria aceleración a lo largo del último siglo, pero además de en esta acepción inmediata, el movimiento se encuentra en todo lo que nos rodea: desde la escala del universo hasta las partículas del átomo. El carácter omnipresente e invisible de este último es la paradoja que, junto con la fascinación por la iconografía y la mecánica de la velocidad como objeto de culto, forman la idea subyacente en el pabellón de la movilidad. Se propone llegar a la comprensión del concepto real a través de su representación virtual, desplegada en visuales a lo largo de un recorrido panorámico, de la imagen subyacente detrás de la imagen, donde ésta es representación pero también protagonista.

Después de una primera visión global desde una zona elevada, una suave rampa conduce al visitante a la zona del futuro del trabajo. Una elipse de 80 metros de longitud y 30 de anchura aloja un ciclorama en cuyas paredes se entremezclan sombras chinescas con actores reales, en una suerte de escenario vertical dividido en cuarenta escenas, donde la presencia de personajes de carne y hueso enfatiza el lado humano del trabajo. En este espectáculo esencialmente silencioso, no todos se mueven; mientras unos actúan otros permanecen en la sombra o muestran un gesto congelado. Como en un teatro invertido, el espectador se sitúa en el centro y puede moverse de una obra a otra, en un circuito que va de la inmovilidad total a la actividad general. Sobre la arena central penden columnas luminosas donde se pueden leer reflexiones sobre temas laborales…[+]