La fachada de este edificio que alberga la sede de Bosideng —una cadena comercial china con más de 4.000 establecimientos repartidos por todo el mundo— está concebida para presentar una imagen variable en función del punto de vista y las condiciones atmosféricas. Lo consigue no sólo gracias a su ligera curvatura sino, sobre todo, a sus acabados reflectantes, que responden de manera diferente a la luz conforme esta va cambiando a lo largo del día. La piel del edificio es ventilada y está compuesta por una gruesa hoja interior de aislamiento térmico sobre la que se monta, sujeta mediante una perfilería auxiliar de aluminio, la capa exterior. Componen esta última piezas especiales de cerámica desarrolladas entre los arquitectos y el industrial, que están vitrificadas y se unen mediante un sutil machihembrado para formar paños verticales de gran formato y cuyos tonos rojizos resuenan con el material característico del barrio londinense donde se ubica el edificio: el ladrillo rojo.