La parte más singular de este edificio levantado para una empresa textil a las afueras de Múnich es su fachada, una superficie oscura definida por innumerables pliegues, pero que responde a una rigurosa lógica constructiva de seriación.

La envolvente está formada por paneles prefabricados en taller y transportados para su instalación en obra. El mayor interés constructivo de la fachada está en su composición especializada en varias hojas, de manera que cada uno de los paneles forma una especie de sándwich. La hoja interior, estructural y construida in situ, es la más robusta, presenta un espesor de 200 milímetros y es de hormigón reforzado. Sobre ella se dispone un núcleo de aislamiento térmico, de 180 milímetros de espesor, y una lámina impermeabilizante continua. El acabado exterior lo forman los paneles prefabricados de 80 milímetros de espesor, 6,6 metros de ancho y 3,9 metros de alto, que están colgados mediante llaves metálicas de la hoja interior portante.

Con su pigmento antracita y su juego de facetas, el revestimiento exterior está concebido para responder de manera variable a su entorno, reflejando con distintos matices la luz atmosférica. La continuidad de esta fachada orgánica, con todo su rigor expuesto en la geometría exquisita de sus juntas en seco, sólo se rompe en los huecos rectangulares. Estos están formados por dos hojas —una mayor, fija; la otra, practicable— con una carpintería recta de madera de alerce, que incluye un triple acristalamiento con grandes prestaciones de aislamiento térmico.