Ubicado junto a la Sede Central de Caja Granada, obra del mismo arquitecto, justo en la confluencia entre el río Genil y la Autovía de Circunvalación de Granada, se levanta el nuevo complejo cultural de la institución financiera. Se trata de un gran volumen prismático de hormigón de unos 120 metros de largo por sesenta de ancho, que actúa como un podio ocupando todo el solar. En su cara oeste, el centro aparece rematado por un edificio pantalla de diez plantas de altura que alberga la biblioteca, la mediateca, las oficinas de administración y un restaurante en el último piso concebido como un gran mirador con vistas de la Alhambra, Sierra Nevada y Sierra Elvira.

El acceso al centro se realiza desde una amplia plataforma situada en el extremo noroeste, a través de una puerta de carácter monumental que conduce al patio de entrada. Desde allí se accede directamente al museo, junto al que se ha ubicado un área destinada a la realización de talleres y un almacén. Por su parte, en la planta baja se ubican la recepción, la cafetería, dos crujías para oficinas, un módulo de servicios y un espacio escénico de usos múltiples con gradas retráctiles y capacidad para trescientos espectadores que ocupa las tres crujías del extremo suroeste. Por su parte, en el primer piso se dispone la zona de exposiciones temporales y un acceso independiente al teatro.

El carácter compacto del edificio se ha conseguido con un cerramiento exterior construido con muros de hormigón visto y encofrados de tableros fenólicos de tres metros de ancho, en consonancia con el edificio de Caja Granada. Únicamente se abren algunos huecos en el edificio pantalla y en los patios interiores, con dimensiones acordes a la gran escala del proyecto. En el interior predomina el color blanco, tanto en los acabados de sus paramentos verticales —enlucido pintado—, como en los solados de mármol de Macael, con un despiece que se ajusta a la modulación del proyecto.

El espacio más significativo es un patio de forma elíptica cuyos ejes coinciden con el diámetro interior y exterior del Palacio de Carlos V en la Alhambra. En su interior una rampa helicoidal de acero laminado organiza las circulaciones. La pasarela está constituida por un nervio central, compuesto por un perfil metálico alabeado, con dos palastros laterales y vigas transversales concéntricas separadas entre sí un metro de distancia y dispuestas sucesivamente sobre este nervio. La espina dorsal se apoya en seis machones de hormigón armado y sobre ella, se coloca una ligera chapa de acero de diez milímetros de espesor.