El principio del desorden o, si se quiere, del orden fragmentario que utiliza Frank Gehry como rasgo característico tiene aquí una aplicación en la suburbanidad de Santa Mónica: un barrio disperso, cemento y asfalto, y un programa comercial y cultural; pequeño museo, aparcamiento, tiendas, restaurante y oficinas. El solar es lo bastante grande para no obligar a un diseño compacto, y el arquitecto sigue ensayando su fórmula de composición descompuesta. Consiste en disponer una cuadrícula simple que ordene la planta, y después dejar caer unas gotas ácidas de desorden que disuelven la cuadrícula y se comen parte de la misma. En un solar con tres linderos interiores, este disolvente desorden se aplica, naturalmente, en la fachada de la calle. Los agujeros que crea sirven así de penetración al interior de la manzana…[+]