Tenerife es resultado de una erupción volcánica. El abrupto litoral y la brusca transición hacia el Atlántico es una realidad palpable que ha tenido una importancia esencial en el tipo de urbanización de la isla. De esta manera, la relación entre tierra y mar no se construye con una sucesión de estratos horizontales, sino mediante gestos singulares. El esquema del nuevo muelle de enlace se concentra en esta idea de gesto singular urbanístico, proponiendo uno que envuelve y abraza. Con esta operación la ciudad y el mar se entrelazarán: por un lado Santa Cruz abrazará al mar, y por otro éste reaparecerá en la ciudad tras un largo periodo de tiempo durante el cual los planes urbanísticos lo habían desterrado.

Al aproximarse desde la ciudad el recinto del puerto deportivo aparecerá como un gran espacio público abierto. Este nuevo ámbito se integrará en una secuencia de espacios urbanos, cada uno con sus propias cualidades específicas: Plaza Candelaria - Plaza de España - Arena - Marina.

La Plaza de España, que será remodelada, se ha concebido como un espacio público que funciona en dos niveles: un nivel inferior para el tráfico intenso, para una vía férrea y para aparcamientos; y un nivel superior como un estrato que une la zona peatonal de la ciudad con la nueva Marina y el mar, y que se asemeja a un paisaje o una topografía.

Parecerá una naturaleza artificial, como una colada de lava o una playa inmensa llena de instalaciones urbanas, como cafeterías, bares o quioscos. Se convertirá en lugar de encuentro para eventos como el Carnaval o el Concierto de Navidad.

Contará con numerosos estanques circulares, de diverso tamaño, profundidad y color. Podrán utilizarse como piscinas de chapoteo, y algunas de ellas estarán conectadas con el mar para que el ritmo de las mareas se haga sentir en la ciudad. Este nuevo estrato estará punteado de pequeños orificios circulares cuya distribución permitirá el paso de más o menos luz a los pabellones y las áreas cubiertas.

El nuevo muelle de enlace recortará la Marina del Océano Atlántico. Al aproximarse desde el mar surgirá como un jardín mágico situado delante de la ciudad y de las escarpadas montañas. Se construirá aprovechando los diques existentes y añadiendo plataformas, edificios bajos de una o dos alturas y palmeras. Estos edificios están perfectamente integrados en el conjunto del recinto, son una parte activa y habitable de la actuación, y, como si se tratara de un collar, abrazan la Marina. Los paseantes y los usuarios caminarán por su cubierta, desde la que obtendrán magníficas vistas hacia el mar, la Marina y la propia ciudad.