Duisburgo fue tradicionalmente una ciudad pequeña, hasta que con la llegada a Alemania de la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX su situación estratégica en la ribera del Rin y en la cuenca hullera del Ruhr la convirtieron en un próspero centro manufacturero. En una de las añejas construcciones fruto de aquella época —un gran silo levantado en 1936 con una depurada estructura de hormigón armado— se ha ubicado ahora el nuevo archivo de la ciudad.

La intervención dialoga con el masivo volumen de ladrillo del viejo silo, ampliado horizontalmente con un ondulante cuerpo de oficinas y verticalmente con la gran torre de ecos totémicos que alberga los 148 kilómetros de estantes ocupados por los documentos. Construida con una estructura de hormigón armado y rematada con un enfático gablete que desborda la altura convencional en la ciudad, la torre se ha revestido con una fábrica de ladrillo de formato histórico y con un color semejante al característico de las construcciones industriales de Duisburgo.

El interior del archivo se resuelve con un esquema claro y eficaz, por el cual las zonas públicas se abren hacia el canal del Rin, mientras que las destinadas a la custodia de los legajos ocupan el corazón del edificio. En todas ellas, el clima interior es homogéneo para evitar la degradación de los documentos.