En el lugar donde vivió el Padre Pío, un fraile capuchino famoso por sus estigmas, se ha levantado esta iglesia cuyo objetivo es dar acogida al creciente número de peregrinos. San Giovanni Rotondo se ha convertido así en uno de los destinos de peregrinación más importantes de Italia, y cada año recibe a cientos de miles de visitantes.

Ante una afluencia tan masiva, los monjes decidieron construir una gran iglesia que debía proporcionar un espacio mayor de oración y dependencias diversas, y cuyo emplazamiento se halla en la cercanía del lugar en que se encuentran tanto el monasterio como la iglesia existentes. En el entorno de la iglesia se llevó a cabo una importante labor paisajística, en la que se plantaron más de 3.300 árboles, incluyendo cipreses, robles, pinos, olivos y almendros, entre otras especies.

El mayor reto de un edificio de estas dimensiones consiste en crear un espacio diáfano que facilite la visibilidad, pero que sea a la vez acogedor. En vez de resultar intimidante, debía incitar a los visitantes a acercarse. Ello explica por qué la inmensa cúpula de la iglesia se apoya sobre arcos rebajados, que reducen su impacto sobre el espacio público.

La planta sigue una forma en espiral que culmina en la cúpula central. En el lugar de acceso desde la plaza el edificio alcanza su mayor altura y en ese punto se encoge como dando la bienvenida a los visitantes. Para potenciar esa sensación de acogida el pavimento de la plaza se interna en el templo, integrando la estructura exterior y la interior, y creando una suerte de ‘casa abierta’. Alrededor de 6.500 personas pueden tomar asiento en el interior de la iglesia, mientras que otras 30.000 pueden presenciar los servicios religiosos desde la plaza.

Uno de los desafíos que presentó el proyecto fue la utilización de la piedra como material estructural. La cúpula se sostiene con veintiséis arcos compuestos por dovelas de piedra de Apricena tensados con cables de acero, dispuestos de forma radial en torno al altar con una luz variable de hasta 50 metros. Siglos después de conformar la estructura de las catedrales góticas, se ha sometido este material a una experimentación cuyos fundamentos se encuentran en las posibilidades ofrecidas por las últimas tecnologías. La piedra, como principal material de la estructura del edificio, es la que confiere una unidad singular al conjunto. La construcción se completa con otros materiales duraderos, como el acero inoxidable en los puntales que transmiten las cargas de la cubierta a los arcos, la madera de abeto laminada para las vigas superiores, o el cobre preoxidado como acabado exterior para la cubierta.[+][+]