El Auditorio de L’Aquila se construyó para reemplazar temporalmente la sala de conciertos del Castello Spagnolo, severamente dañado por el terremoto de 2009. Se trata de un conjunto de tres volúmenes puros —un trío de cubos tumbados según inclinaciones aparentemente azarosas, como si fueran dados tirados sobre una superficie desigual—, que albergan un espacio principal con 238 butacas, además del foyer y los camerinos. Esta disposición tripartita, que da lugar a sendas cajas de madera, es el resultado de tener en cuenta no sólo las diferentes partes del programa, sino también la optimización del movimiento por el edificio a través de piezas sencillas e interconectadas (los músicos y público pueden moverse con facilidad entre las piezas equidistantes, y la arista inclinada del mayor de los cubos, que mide 18,5 metros, permite cobijar el graderío en pendiente).

La madera se escogió por sus propiedades acústicas, amén de por su flexibilidad —que la vuelve más resistente a los terremotos—, su carácter menos invasivo y su capacidad para poder prefabricarse con facilidad y montarse con rapidez. Cada uno de los cubos está revestido con listones de alerce pintados de colores diferentes que expresan visualmente el tamaño y forma de cada familia de listones.