Este proyecto es un complejo multifuncional dedicado a la música que enriquece el vasto patrimonio cultural de la ciudad. Compuesto por tres ‘cajas de música’, de diferentes capacidades (2.800, 1.200 y 700 asientos) y características, que parecen suspendidas sobre la vegetación, así como por un anfiteatro al aire libre para 3.000 espectadores, la escala de la intervención impedía su construcción en el interior del muy denso centro histórico romano. Se eligió por ello una ubicación en la llanura que separa el río Tíber de la colina de Parioli, entre la Villa Olímpica de los Juegos de 1960, y el Palazzetto dello Sport y el estadio Flaminio construidos por Pierluigi Nervi. El descubrimiento de los restos de una antigua villa romana permitió fortalecer la relación con el lugar, aunque paralizó la obra mientras se desarrollaban los trabajos arqueológicos.

La localización periférica del proyecto tenía la ventaja de facilitar el movimiento de importantes grupos de personas, gracias a las infraestructuras ya existentes en las cercanías. Por otro lado, construir en este emplazamiento significó hacerlo sobre un espacio que se había convertido desde hacía mucho tiempo en una especie de fractura artificial y, de esta manera, el auditorio constituyó una actuación curativa del tejido urbano.

Sean gigantescos insectos o mandolinas invertidas, los tres caparazones se prestan a la metáfora. La cubierta se compone de un revestimiento de plomo que apoya sobre una estructura mixta de vigas de madera laminada y costillas de acero, y su forma ameboide contrasta con la estricta geometría de los muros de ladrillo que delimitan las salas. Cada una de ellas (concebidas como verdaderos instrumentos musicales) posee cualidades específicas y se nutre de la experiencia acumulada por el estudio en obras anteriores en el ámbito de la acústica. Tanto arquitectónica como funcionalmente las salas están separadas, de modo que se mejora su comportamiento acústico. Las dos menores siguen una geometría ortogonal, mientras que la mayor adopta un esquema poligonal, que evoca la Filarmónica de Berlín de Scharoun en la manera en que los palcos casi llegan a envolver el escenario, centrando la posición de los músicos. Esta gran sala se utilizará para conciertos sinfónicos; para conseguir unas condiciones óptimas de audición se han suspendido grandes ‘colchones’ del techo, cuya labor consiste en descomponer el sonido. En cuanto a las salas mediana y pequeña, ambas cuentan con sistemas mecánicos que permiten desplazar plateas, techos y escenarios, lo que las dota de una gran versatilidad para adaptarse a los requerimientos de los músicos.