China es un país a dos velocidades: por un lado, la de las grandes urbes donde el nivel de vida se va acercando a los estándares occidentales; por el otro, la del mundo rural, donde a veces resulta difícil acceder a una adecuada atención sanitaria. Encargado por una organización filantrópica de Hong Kong, este edificio se ha concebido para compensar tales desequilibrios y fomentar un nuevo modo de entender los cuidados hospitalarios en el mundo rural mediante la incorporación, por ejemplo, de elementos tan básicos como las salas de espera o las zonas de atención al público.

A diferencia de los tipos tradicionales, el hospital se desarrolla a lo largo de una gran rampa que, sin solución de continuidad, va cosiendo las distintas plantas y recintos, hasta desembocar en una gran terraza transitable que funciona como azotea pública. La idea es producir una circulación fácil e intuitiva, además de generar un patio interior que haga las veces de vestíbulo de acceso y espera. A crear una atmósfera amable y anclada en el lugar contribuyen los materiales empleados: mientras que hacia el exterior la fachada consiste en un celosía formada por ladrillos grises tradicionales previamente reciclados, hacia el patio la rampa se protege con un tamiz formado por piezas de hormigón fabricadas mediante moldes de látex, que bañan el interior con una luz agradablemente cálida.