Repartidas por todo Japón, las escuelas Kumon renuncian tanto a adoptar una imagen corporativa como a recurrir a los típicos estilemas que se asocian a los edificios educativos. Asumiendo el principio de singularidad y de autoaprendizaje que define su peculiar método de enseñanza (creado en 1956 por el japonés Toru Kumon), los edificios del grupo se diseñan de manera específica, atendiendo a las características de su entorno y a los programas complementarios (viviendas, centros cívicos, gimnasios o restaurantes) con los que este tipo de escuelas suele relacionarse. Esta vinculación a lo local ha sido también relevante en el caso de la escuela Kumon del barrio de Fushimi, situada en la ciudad de Kioto, la antigua capital japonesa.

El edificio se emplaza en un pequeño solar flanqueado por dos calles de distinto carácter: de un lado, una vía fundamentalmente peatonal que da servicio a un conjunto de bloques residenciales de baja densidad; del otro, una avenida, mucho más ancha y destinada a la circulación rodada, que se implanta dos metros por encima del solar. Esta diferencia de cota es uno de los desencadenantes del proyecto, que parte de la idea de estratificar la escuela en dos niveles: uno inferior, accesible directamente desde la calle residencial, en la que se ubica la entrada principal, y otro inferior, que se conecta, por su parte, con la avenida.

El edificio puede así concebirse como la suma de dos espacios —el inferior, comprimido; el superior, expandido— complementarios en su programa y relacionados entre sí mediante un estrecho vacío central cuyo replanteo coincide en la planta baja con una gran mesa de madera, y en la superior con un mueble análogo de vidrio por el que se cuela la luz, haciendo posible de este modo la relación visual entre ambos ámbitos. Encajada en este vacío central, una pequeña escalera comunica las dos alturas, dando lugar a un breve pero intenso paseo arquitectónico que, desde la planta inferior, asciende hasta culminar en el amplio espacio generado bajo la cubierta.