Con la cadena montañosa del Jura como telón de fondo, Biel es una ciudad de tamaño medio situada sobre la línea invisible que separa la suiza de habla alemana de la suiza francófona. El uso extendido en la región de la madera como material constructivo justifica la existencia de una escuela superior dedicada a la industria maderera, instalada en un conjunto de pabellones independientes construidos en los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial. Ante la necesidad de ampliar sus instalaciones, se ha optado por completar la estructura abierta que ordena el conjunto existente con talleres adicionales y un nuevo edificio docente de cuatro plantas que proclama la actividad albergada mediante una envolvente lígnea. Así, un material tradicionalmente utilizado en construcciones domésticas y de pequeña escala en el entorno rural se emplea aquí en un edificio público de cierta altura y en un contexto casi urbano.

Siguiendo la lógica aditiva del conjunto, los nuevos talleres se sitúan al sur de la parcela, prolongando el volumen de las naves existentes, mientras el nuevo aulario ocupa el flanco este del recinto para definir un patio ajardinado de proporciones cuadradas junto con el comedor universitario. Con 94 metros de longitud y 17 metros de altura, el edificio de aulas pasará a ser una nueva referencia en el paisaje urbano. Un pasillo central da acceso a las clases situadas a ambos lados, tan sólo interrumpido por los cuerpos cerrados que albergan los aseos, el ascensor y las escaleras. Para hacer llegar la luz natural a este eje central de circulaciones, las aulas se agrupan en paquetes contrapeados que dejan vacíos entre sí abiertos a las fachadas este y oeste en forma de grandes terrazas.

Pero más que la composición o la organización del programa es el método constructivo elegido el que ha determinado el aspecto final del aulario. Así, la cubierta se prolonga en un fuerte alero que mantiene la lluvia lejos de los paramentos verticales del edificio: unas fachadas postventiladas de madera de roble cuyo contenido en ácido tánico garantiza su protección frente a los insectos. La normativa de incendios y el aislamiento acústico necesario en las aulas —difíciles de conseguir con una construcción de madera— llevó a realizar en hormigón el cuerpo central de pasillos, que se sustenta a sí mismo con independencia absoluta de la estructura de las aulas. El empanelado metálico de los paramentos verticales en el pasillo contrasta así con la textura orgánica de los revestimientos de madera de las aulas: unos rastreles horizontales de pino silvestre en los que se pueden leer un gran número de nudos...[+]