Todas las intervenciones contempladas en la propuesta se orientan a convertir el Salón de Reinos en el ‘corazón’ simbólico del edificio, devolviéndole la centralidad que tuvo cuando formaba parte del desaparecido Palacio del Buen Retiro.

La eliminación de los cuerpos añadidos durante el siglo xix —la crujía Sur y la cubierta— permite crear un atrio en triple altura que se cubre con una sala multifuncional muy amplia. Al igual que la planta baja —que conecta las dos fachadas principales del edificio—, la sala multifuncional ocupa toda la crujía disponible, abriéndose a las vistas sobre el Edificio Villanueva, el Casón y el Retiro.

Concebido como un espacio semiabierto, el atrio puede resolverse de dos maneras: con un pórtico muy esbelto de pilares de bronce del que asoma un delicado voladizo, o con una pantalla apilastrada que integra los restos de valor reaprovechados del pabellón del siglo xix. Este atrio se plantea como un espacio público, abierto a la plaza arbolada que podría surgir de la peatonalización de la calle Felipe iv, prolongando el ‘salón’ urbano del Campus del Prado. Para favorecer la accesibilidad, la cota de la plataforma principal del edificio se conecta directamente a la calle mediante una escalinata de carácter cívico y monumental...[+]