El proyecto establece una relación natural y continua del edificio con el centro histórico de la ciudad a través de diferentes escalas de intervención. En primer lugar, el espacio urbano inmediato de la Plaza de la Romanilla se funde con el foyer del edificio. Los límites entre espacio urbano y arquitectónico se desdibujan en un extendido umbral. En las cubiertas el edificio adquiere una escala menor y doméstica. Como si de un rompecabezas se tratara, la textura resultante completa el tejido urbano donde anteriormente existía un solar vacío.

La propuesta geométrica evita esculpir una forma arquitectónica predominante, la contundencia en la imagen proviene en cambio de dar forma al vacío resultante. El acceso principal es un gran umbral en donde sombras y penumbras crean relaciones espaciales tridimensionales. Estructura y geometría están intrínsecamente relacionadas, de manera que el hormigón armado es al mismo tiempo estructura y acabado de fachada. La integración de un material industrial en un contexto histórico se consigue por medio de texturas y patrones en los encofrados.

En un solar irregular y condicionado por su ubicación urbana, el proyecto responde a la diversidad del programa —un auditorio, sala de exposiciones, biblioteca, archivos, talleres y oficinas—con una secuencia espacial flexible y espacios diferenciados. El edificio se organiza en dos volúmenes conectados visualmente en todos los niveles. Los elementos estructurales se ubican en el perímetro del solar, conectando ambos volúmenes en la parte superior con una viga trípode. El auditorio de 440 butacas móviles en planta baja y la amplia sala de exposiciones en el sótano se ven beneficiados por la ausencia de elementos estructurales intermedios. La sala se abre al foyer al desplazarse los cerramientos y crea un espacio continuo con la plaza gracias a la microtopografía proyectada, dando así mayor versatilidad de usos al espacio. En la planta alta se ubica la biblioteca, un espacio a doble altura envuelto de libros con una caja de acero cortén rojo suspendida: el archivo que resguardará los manuscritos de Lorca. El resultado es una composición simbólica que representa el corazón y la razón de ser del centro. Conectado por un puente, en el otro volumen se sitúan los talleres, organizados a base de muros móviles que permiten las actividades de grupos pequeños y grandes.

La última planta se resuelve con un esquema de patios interiores inspirado en la tipología de los edificios colindantes, formando espacios de trabajo fluidos y de escala doméstica, llenos de luz natural y con vistas hacia la torre de la Catedral y a las cubiertas habitadas de los edificios colindantes.