La intervención llevada a cabo en Baeza ha supuesto la restauración, reforma y ampliación del antiguo ayuntamiento. El conjunto, situado en pleno centro histórico, tenía una crujía renacentista atribuida a la escuela de Vandelvira y una escalera imperial que debían ser conservados. Junto a estos elementos destacados se encontraba una serie de ampliaciones en mal estado y sin interés.

Una preocupación constante que atraviesa todo el desarrollo del proyecto de las Casas Consistoriales de Baeza es qué relación debería establecerse entre las nuevas piezas y el edificio histórico. La transformación del conjunto se ha entendido como parte integrante de un dilatado proceso de cambio, en el que se plantea como un estrato más, como el último sedimento que el tiempo deja en el edificio. La noción de ‘durée’ propuesta por Henri Bergson fue una inspiración fundamental desde el primer planteamiento. Según este autor la última realidad no es ni el ser ni el «ser cambiante», sino el continuo proceso de cambio, la ‘durée’. El cambio sería así, para la arquitectura, la sustancia misma, y como tal se ha concebido el proyecto de Baeza, pensando en la condición aditiva de la situación y construyendo un estrato más.

La estrategia seguida fue la siguiente: limpiar los añadidos, aceptar el edificio histórico como un elemento inacabado y envolverlo con nuevas construcciones que ofrecieran nuevos espacios programáticos y que contribuyeran a potenciar lo existente. Las nuevas construcciones extraen del tejido urbano su naturaleza, como si la ciudad creciera de manera espontánea, articulándose en un continuo de llenos y vacíos. Por tanto, el dibujo de los patios de los nuevos espacios es fundamental, y en ellos se combinan de modo cuidadoso elementos variados: piedra apomazada y muros desgastados, vidrio y madera, agua y cipreses. En Baeza, una ciudad construida básicamente con piedra, la utilización del blanco y del tapial es puntual. La piedra tiene un carácter monumental del que carecen los muros blancos. El monumento antiguo es de piedra, y siguiendo el dictado del entorno lo blanco es lo nuevo que pone en valor lo existente.

A nivel funcional se distinguen tres zonas claramente. En primer lugar lo preexistente, el edificio histórico, que contiene la parte representativa y política (salón de plenos, alcaldía, grupos políticos, sala de exposiciones y conferencias). En segundo lugar lo nuevo, un contenedor de oficinas, zonas de uso común y atención al público. Por último el vacío, un nuevo espacio público que funciona como distribuidor y lugar de espera y estancia.