Telluride, en el estado de Colorado, permanece cubierto por la nieve durante gran parte del año. Sus casas, disciplinadamente ubicadas en torno a la malla ortogonal que los fundadores de este municipio minero idearon en el siglo XIX, reproducen de manera insistente el arquetipo de la casa de montaña, con su cubierta inclinada a dos aguas y la chimenea despuntando en uno de sus planos. Como testigo de los quehaceres diarios de sus vecinos se levanta la cordillera de las Rocosas, y en un pico no demasiado lejano, la famosa estación de esquí de Aspen. En una de las calles —alineada con el límite interior de la parcela para disfrutar de las mejores vistas— se ha construido una vivienda unifamiliar que bajo la apariencia de la casa tradicional, aloja un espacio luminoso y diáfano.

No sólo la forma exterior sino también los materiales a emplear —locales— estaban definidos por la normativa urbanística. Así, el volumen de dos alturas posee un zócalo de piedra en la parte inferior y un cerramiento a base de listones de madera en la superior, que junto con la cubierta metálica, la hacen pasar inadvertida entre las construcciones vecinas. La planta, un rectángulo de 26 x 7 metros, propicia dos niveles de distribución opuesta y complementaria: la planta baja se subdivide en dependencias relacionadas por un corredor lateral, mientras la planta primera no dispone de compartimentación alguna. El acceso, en uno de los lados cortos del rectángulo, da paso a tres piezas correspondientes al dormitorio principal primero y a los dos menores después, además de los baños; al fondo se sitúa el garaje con un vestíbulo intermedio, y en un lateral, la escalera, que se despliega en un solo tramo y a doble altura a lo largo de uno de los lados mayores del rectángulo; arriba, el muro que acompaña a la escalera se convierte, a media altura, en la encimera de la cocina, apuntando con este gesto al cambio de ambiente: junto a ella se disponen los muebles del comedor a un lado y los de la sala de estar a otro; el fogón en el punto medio de un costado, un pequeño estudio ganado sobre el hueco de la escalera, y una terraza sobre la zona de garaje completan el área más pública de la vivienda.

Los materiales de tonos suaves —blanco en el mármol de baños y cocina y en el enlucido de los paramentos, y gris en la piedra y en el hormigón de suelo y escalera— se combinan con la luz natural difuminada por estores en los huecos de fachada, confiriendo al interior un ambiente claro y sosegado. El fuego y la luz artificial, presente ésta en finas líneas que recorren la casa de lado a lado, aportan la calidez del color... [+]