Rodeada por las poblaciones de cactus de saguaros y ocotillos del desierto de Sonora, la residencia se implanta buscando un equilibrio que minimice la repercusión sobre el intacto paisaje natural. Tras un estudio de las distintas vistas hacia las referencias del entorno y de las orientaciones más favorables para lograr un mayor control climático, se distribuye el programa en tres volúmenes de serena geometría ortoédrica. Los principales espacios sociales se abren hacia el sureste por la tarde, las luces del ocaso realzan las escarpadas colinas pétreas y al caer la noche surge el titileo de la distante iluminación de Tucson.

Para subrayar el efecto de la luz sobre los espacios y las vistas, cada volumen se perfora con una gran abertura enmarcada por la estructura rectangular. Elevadas sobre la parcela, las piezas se encuentran comunicadas entre sí mediante caminos definidos sobre el terreno, que refuerzan la idea de aislamiento. Recubierta en su exterior por chapas de acero, la construcción se integra en el paisaje, reservando para los interiores un cálido panelado de madera de arce. Entre ambos acabados, se produce un espacio ventilado que disminuye el calor mediante corrientes de convección. Las particiones interiores se resuelven con vidrio traslúcido... [+]