En las tierras pantanosas de la región francesa del Marne, entre una vegetación boscosa que alterna manzanos, cerezos y pinos, esta casa metálica de color verde se nutre del paisaje con la pre-tensión de hacerse invisible. El solar, alargado y con una pendiente del quince por ciento, determina en fuerte medida la disposición de la vivienda, una serie de cubos a distinto nivel que se suceden en dirección norte-sur, conservando así una ocupación que recuerda los antiguos usos agrícolas del lugar.

Las distintas estancias del programa se han desplazado en planta para minimizar su presencia respecto a los escasos diecisiete metros de anchura de la parcela. En altura, se han situado de manera que ganan privacidad conforme ascienden. En el nivel inferior de la casa se encuentra el estar; en los niveles intermedios, la cocina, el comedor y dos habitaciones, y en el nivel más alto, un estudio y el dormitorio principal. En realidad, casi cada una de las estancias se encuentra a una altura diferente, ya que se han construido en niveles intermedios con el fin de mantener siempre la distancia más corta con el jardín. Por medio del escalonamiento en altura y del desplazamiento horizontal, prácticamente toda la vivienda disfruta de la luz del sur y de las vistas sobre el río Marne. La compartimentación interior permite a su vez que la contemplación del paisaje no encuentre demasiados obstáculos dentro de la vivienda: materializada con escalones, muros bajos de contención y ligeras barandillas de metal, per-mite un juego de transparencias que vincula visualmente el jardín delantero, en la parte más baja, con el jardín posterior, en la zona alta.

Una estructura de pilares de acero galvanizado y forjados colaborantes soporta el peso de la casa. Paneles prefabricados de fibrocemento de color verde—en distintas tonalidades—dan cuerpo al cerramiento, simulando en la distancia una pixelación de la frondosa naturaleza. Los huecos fijos, sobredimensionados y de vidrio, aparecen en las cuatro fachadas para vincular cada estancia con su entorno inmediato. Sustentados por fuertes bastidores metálicos, alcanzan toda la altura de los paramentos verticales e introducen el verdor exterior en un interior casi por completo pintado de blanco.

Esta casa de ciento cuarenta metros cuadrados viene a materializar uno de los proyectos de la exposición que, en 1997 y bajo el título de ‘36 modelos para una casa’, reunía propuestas de vivienda unifamiliar con un presupuesto de 500.000 francos (menos de 80.000 euros), si bien su ejecución tres años después y con notorias transformaciones, ter-minó por doblar dicha cantidad... [+]


Arquitectos Architects

Emmanuelle Marin-Trottin, David Trottin, Grupo Périphériques

Colaboradores Collaborators

Rafael Falcon, Daniel Craignic

Fotos Photos

Luc Boegly