A la hora de abordar la construcción frente al mar, la contemplación libre de obstáculos del horizonte marino se impone entre los demás requisitos que inciden en la organización espacial. En Comarruga, un núcleo costero de Tarragona perteneciente al municipio de El Vendrell, una parcela escarpada acoge una vivienda unifamiliar anclada al terreno, del que emerge para observar casi como un periscopio y a una distancia de tres kilómetros, el suave oleaje del Mediterráneo.

La casa simula ser un accidente topográfico en el paisaje, al que los materiales empleados, de naturaleza dispar, confieren una imagen heterogénea y de edificio inacabado. Se accede a ella desde la calle posterior, al nivel de la planta intermedia; desde aquí la casa crece una altura hacia arriba, por medio de una planta ligeramente desplazada hacia el frente, y otra altura por debajo, algo menor que las otras dos y por lo tanto semienterrada en la ladera. La planta de acceso aloja los espacios públicos de la vivienda —cocina, comedor y sala de estar— y la habitación principal, todos ellos relacionados entre sí y con el exterior por medio de una terraza corrida; la planta superior dispone tres dormitorios, dos baños y un espacio polivalente, vinculados por medio de una galería también corrida susceptible de ser dividida en función de las necesidades de cada pieza; la planta enterrada alberga el almacén y una amplia sala de estar que es en realidad un porche delimitado por tres planos de vidrio: aquí vierte una piscina que puede compartimentarse en dos áreas de manera que su uso se prolongue más allá de las estaciones templadas.

Nacida de la pendiente, la casa responde a su entorno con diversos semblantes: hacia el este, vidrio y metal componen una fachada entregada al diálogo lejano con el mar; hacia la calle de acceso, en el costado oeste, la cubierta se inclina para generar una fachada de una sola planta acorde en escala a las construcciones vecinas; hacia el norte, el prisma emerge compacto y distanciado de la pendiente por medio de la rampa de acceso rodado; hacia el sur, la casa muestra su perfil irregular de entrantes, salientes y líneas inclinadas, así como una variedad de materiales —piedra en la cubierta, paneles de hormigón en la fachada y madera en la valla del jardín— que recuerdan las construcciones hortícolas; huecos puntuales, pequeños y de colores, perforan el prisma como piedras preciosas incrustadas en la roca. La cubierta se convierte en un mirador al que se ‘escala’ mediante una escalera que arranca de la calle y se abre paso entre las piedras. Una valla confeccionada con gaviones delimita el conjunto... [+]