A trescientos kilómetros al sur de Sydney, la parcela resultante de la subdivisión parcial de una extensa propiedad agrícola fue adquirida por una pareja de intelectuales para construir una casa de vacaciones que con el tiempo se ha convertido en un lugar cada vez más frecuente de estancia. En las proximidades de un parque nacional, el emplazamiento impuso desde el principio las dos principales reglas de juego: las vistas que se extienden en dirección sur y el soleamiento que, como en todo el hemisferio austral, incide desde el norte. Aunque la normativa preveía implantar la construcción a unos treinta metros del portón de entrada, finalmente se decidió ubicar la casa más cerca del acceso para evitar hacer grandes aterrazamientos y desmontes, y a la vez ocupar aquellos terrenos ya agotados por la actividad agrícola.

De esta manera, la casa se extiende entre dos curvas de nivel en un cuerpo alargado que respeta el perfil de la pendiente y favorece la ventilación cruzada. En su interior, las estancias se yuxtaponen linealmente, comunicándose entre sí sin necesidad de pasillos. La enfilade resultante ofrece una perspectiva continua que hace referencia explícita a la arquitectura rural del siglo XIX. La pieza central de esta concatenación espacial es la country kitchen, donde la cocina, el comedor y el salón se funden en un ámbito único. El dormitorio principal, un despacho —que también actúa como habitación de invitados— y el garaje completan la secuencia de espacios que se abren a dos orientaciones distintas. Con su cubierta inclinada en paralelo al perfil del terreno, la casa capta la luz directa a través de la ventana inclinada de la cocina y de la banda de vidrio que en la fachada norte separa el tejado de los paramentos verticales, subrayando su papel protector. Desde el alzado opuesto, el paisaje se introduce en el interior de la vivienda a través de sus grandes huecos acristalados.

Con materiales típicos de la Australia rural, como la madera y la chapa, la casa se inserta en su entorno procurando no interferir en las condiciones del medio; los paños opacos se cierran con un muro compuesto de fábrica de ladrillo aislada y revestida de madera al exterior, mientras los huecos acristalados cuentan con paneles móviles provistos de mosquiteras y lamas fijas de madera que permiten al usuario determinar las condiciones de confort en función de la meteorología. Con un sistema propio de abastecimiento de agua y evacuación que garantiza su autonomía, la edificación no ha alterado ni la vegetación ni las rocas existentes, procurando un lugar en el que vivir, pero dejando vivir...[+]