En contraste con las grandes viviendas presentes en el norte de Dallas, que abarcan diferentes estilos históricos, la casa en Strait Lane es modesta en tamaño y escala, optando por dar prioridad al paisaje de su extenso terreno. Con una superficie de 520 metros cuadrados, reemplaza una vivienda baja de una sola planta que, a lo largo de los años, había sido sometida a diversas remodelaciones con resultados dispares. El proyecto de Carlos Jiménez respeta la escala discreta de la edificación original, siguiendo una orientación similar, aunque ampliada, en dirección este-oeste, lo que da lugar a dos alas dispuestas en forma de L, cada una con su propio jardín.

El jardín delantero, orientado al este y hacia Strait Lane, está dominado por un imponente roble blanco que marca la entrada principal. Al oeste, se despliega un jardín en el que destaca una piscina lineal, en eje con el salón y la chimenea central de la casa. El pabellón de invitados, añadido en la década de 1990, mantiene su independencia en la parte noroeste de la propiedad.

En cuanto a los materiales exteriores destacan la piedra de Texas Shell y Lueders, paneles metálicos, acero galvanizado, aluminio y madera. En el interior, un suelo de roble blanco proporciona continuidad, intercalado con acentos de mármoles y cerámica vidriada.