El municipio de Tacoronte se sitúa al norte de la isla de Tenerife, a veinte kilómetros de la capital, abarcando un área que se extiende desde las cumbres volcánicas hasta la orilla del mar. El sucesivo incremento del turismo ha incentivado la creación en este lugar de dos núcleos turísticos conocidos como Mesa del Mar y Jardín del Sol. En este último se levanta la nueva vivienda, en una de las privilegiadas parcelas ubicadas al borde de un acantilado de trescientos metros de altura alzado sobre una playa de arena negra y que disfruta de impresionantes vistas del Teide y de toda la costa norte de la isla.

Tres metros por debajo de la cota de la calle, se emplaza una plataforma generada por un juego de planos formados por listones de madera que parecen apoyarse de forma natural sobre la ladera. En el lado oeste, frente al barranco, se sitúa una piscina que al carecer de bordillo consigue fundir visualmente su agua con la del océano. Esta porción de mar atrapada se convierte en la protagonista de la composición, distribuyendo los espacios de la vivienda en torno a ella. Se dibuja así en planta una L que abraza la piscina, permitiendo que todas las habitaciones puedan disfrutar del panorama subrayado por la terraza y por la lámina de agua. La casa se divide en dos partes: un cuerpo alargado de una sola altura donde se alojan dormitorios y servicios, y otro más corto que alberga un espacio diáfano de doble altura en el que conviven el salón, el estudio y la cocina. Este segundo nivel en el que se encuentra el acceso a la vivienda, es la única parte del edificio que asoma a la calle, quedando la planta principal por debajo de la cota de la calzada y separada de ella por un talud en el que se plantan especies autóctonas para reforzar la idea de un volumen integrado en el terreno. Por último el sótano, donde se ubica el gimnasio, al que se llega por una entrada independiente desde el exterior de la casa, también se relaciona con la piscina gracias a una alargada ventana que comunica directamente con un lateral del vaso, y que como si fuera una pecera permite observar el fondo del agua, a la vez que baña la habitación con una luz ondulante.

Todo el volumen construido se acaba exterior e interiormente en hormigón visto abujardado. Las fachadas que dan hacia las vistas se resuelven íntegramente con cerramientos continuos de vidrio protegidos con librillos de madera en la zona de los dormitorios y con estores de lona en la zona del salón. En el interior, en los pavimentos de hormigón se recortan, a modo de alfombras, superficies de tarima de madera de ipe... [+]