El campo de Cartagena es un territorio llano, yermo y seco. El mar se pierde en la distancia y el sol permanece como referencia única a la hora de apropiarse del lugar, algo de lo que han dado cuenta tradicionalmente las arquitecturas rurales que pueblan la llanura. En una parcela triangular que en poco tiempo será absorbida por una urbanización cercana, una casa para dos coleccionistas recorta, moldea y se apropia del jardín como mecanismo de generación de un hogar que es también una singular galería de arte.
Inspirándose en las torres-granja de colonización, en las que aljibes, corrales y almacenes construyen la base de la que emergen prismas masivos, almenados o perforados por palomares, el volumen de forma cúbica arranca de un zócalo de hormigón que aloja parte del programa. La piscina, el gimnasio, las habitaciones y un estar-cocina familiar se distribuyen entre sus muros abriendo trayectorias de distinta orientación, que se proyectan en el terreno por medio de cuatro patios semienterrados. A un metro cuarenta por debajo de la rasante, estos jardines inclinan sus planos acercando el paisaje hasta la frontera del espacio interior: cubiertos de césped, grava o árboles de diversas especies —cactus al sur, palmeras al suroeste, olivos al oeste y dichondra repens, una trepadora que se adapta a lugares umbríos al norte—, diluyen la sensación de enterramiento. En el nivel de acceso, la casa simplifica sus formas y concentra el vestíbulo, el estar y la cocina en una sencilla planta rectangular.
En vertical, la vivienda es un espacio único que contiene las diferentes colecciones (pintura, dibujo, escultura) escalonado desde la cubierta, donde se ubican las piezas de gran formato, a través de un recorrido en espiral prolijo en miradas diagonales, que dan cuenta de las múltiples posibilidades de utilización del espacio: reposo, estudio, catas, fiestas, proyecciones e instalaciones entre otras.
Piezas cerámicas envuelven el cubo por las cuatro caras ancladas a la estructura de hormigón por medio de perfiles metálicos, coloreando el prisma de un intenso color tostado, visible en la distancia. En la azotea, las piezas se separan unas de otras en vertical, en una imagen que recuerda a los grandes secaderos de pescado que antaño salpicaban el paisaje: como si quisieran atrapar el cielo, terminan por envolver la última de las rampas, una loma que cruza la cubierta asomando al paisaje abierto. Diversas instalaciones artísticas y esculturas de gran porte se han ido apoderando del interior de la casa y de las inmediaciones, jalonando el territorio yermo de la llanura con actuaciones puntuales... [+]
Cliente Client
Avelino Marín
Arquitecto Architect
Javier Peña
Colaboradores Collaborators
A. Abellán (projecto project); L. Jiménez (ejecución execution); O. König (instalaciones mechanical engineering); L. F. Perona, M. A. Cárceles (aparejadores quantity surveyors); J. Galera (maquetación lay out); O. Hadfield (vídeo video)
Consultores Consultants
L&P (estructura structure); F. Salmerón (energía energy); Medios Avanzados (informática computing)
Contratista Contractor
Administración Propiedad
Fotos Photos
J. de la Cruz Megías